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Texto: Martha Paz – Videos: Ariel Cabrera

Si la profesión de alguien se definiera por la cantidad de revistas que una persona compra, acumula y lee en su área, Rubén Darío Azogue tendría colgado en su oficina el título de fotógrafo profesional. Colecciona revistas de National GeographicDigital Photo, Foto Naturaleza, Digital Pro y Rutas del Mundo desde hace 20 años. Son tantas que su hija pequeña le pregunta de quién son y él le dice que de ella. Y ella, de seis años, es la primera en hojearlas. De repente será fotógrafa también.

El título que Rubén Darío Azogue tiene colgado en sus paredes es, sin embargo, el de biólogo. Estudió esta profesión en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM) y una maestría en ingeniería y gestión ambiental en la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA). Armado de esos conocimientos y de la mano de empresas petroleras, ha trabajado como consultor en estudios de impactos ambientales, planes de manejo de recursos naturales, diagnósticos, monitoreos y auditorías ambientales.

A modo de postgrado, Azogue también cursó el Diplomado en Fotografía de la Universidad Evangélica Boliviana (UEB). Actualmente es docente del módulo de Fotografía de Naturaleza. Enseña el uso del polarizador, la superposición de fotos, la técnica del multifoco, el múltiple disparo, la unión y fundido de fotos, el barrido fotográfico, el blanco y negro, cómo hacer fotos panorámicas, cómo sacar fotografías nocturnas, cómo utilizar Photoshop… “La fotografía es como la literatura, tiene reglas, y uno tiene que recordarlas cada vez, para hablar y escribir bien, para fotografiar bien”.

¿Biólogo y fotógrafo, entonces? Eso es. Al final, en la vida todos somos padre y hermano y tío y suegro y abuelo y cuñado y amigo y esposo al mismo tiempo. “La biología se complementa muy bien con la fotografía. Saco fotos para documentar trabajos científicos de otros. También hago fotos para que la gente conozca y valore tantos sitios hermosos que hay en Bolivia. Hago foto-denuncia para mostrar cómo estamos destruyendo lo que tenemos. Quiero que la gente tome conciencia”.

“Me parece que soy más fotógrafo que biólogo”.

Si es la pasión la que define el oficio de alguien, Rubén Darío Azogue es más fotógrafo que biólogo. Dice su mamá que “desde que era chico, andaba con su tablita, hecho el que sacaba fotos”. En grande, empezó a tomar fotos de verdad mientras admiraba el trabajo de Willy Kenning y Hermes Justiniano. Siendo ya profesional en biología cursó el Diplomado en Fotografía de la UEB y, ¡zas!, hubo un antes y un después en su vida y en la de otros, él mismo lo dice. “Muchos, que fotografiábamos de manera solitaria, nos encontramos en el Diplomado. A partir de ahí, empezamos a juntarnos en jueves de ‘frater’, o mejor dicho, en jueves de fotografía, y nuestra capacidad y seguridad en el oficio crecieron sin parar”.

Cuando piensa en el 777, no le saltan a la memoria los aviones Boeing ni el detective secreto héroe de los norteamericanos. Ese número le recuerda al 7 de julio de 2007, cuando los estudiantes de la primera versión del Diplomado en Fotografía, liderados por Hermes Justiniano, viajaron a Samaipata. En esa oportunidad nació el grupo Fotógrafos de Naturaleza de Bolivia (FNB).  “Éramos 40. Ahora somos 11.000”. Sí, leyó bien: 11.000. Aunque en Facebook, igual ese número merece respeto.

“Siempre viajamos, en salidas cortas de un día, o salidas más largas. Una de las condiciones para pertenecer a FNB es que nuestros viajes grupales como exploradores fotográficos deben ser solo en territorio boliviano, por lo que las fotos que subimos al Face también son de paisaje, pueblos, gente, fauna y flora boliviana”. Con tanto viaje, FNB, o sea, Rubén Darío Azogue, decidió impulsar encuentros nacionales de fotografía de naturaleza, por todo el país. Ya van 7. Faltan Oruro y Potosí como sedes.

El oficio no termina ahí. Azogue dicta ininterrumpidamente cursos de fotografía en su casa, siempre con viajes de por medio. Igual que en el Diplomado, no solamente enseña técnicas; transmite experiencias, contagia actitud.

  • La espera y la planificación son importantes en fotografía de naturaleza. Sino ¿cómo fotografiar a un colibrí quitándole su dulce a la flor?
  • Estar atento. Sino ¿cómo captar el preciso momento en que un ciervo mira de lejos a la cámara?
  • Empaparse antes del tema. Sino ¿cómo saber que la mejor fotografía de un caballo de paso peruano será la que muestre al animal con las dos patas delanteras levantadas al mismo tiempo?
  • Sentirse recompensado con el clima, cualquiera sea. Sino ¿cómo lograr esas fotos con nubes terriblemente oscuras y bellas?
  • Colocar elementos en primer plano. Sino ¿cómo hacer sentir la frescura de las aguas de una catarata?
  • Fotografiar lo cotidiano. Sino ¿cómo sería posible mostrar la belleza de las plumas de la paraba azul, sin exponer necesariamente al ave entera?
  • Conocer bien la propia cámara, leyendo el manual de la a hasta la z.
  • Archivar las fotos con orden y en varios discos duros
  • Sacar fotos en grupo.

Pero lo que más tiene que desarrollar un fotógrafo de naturaleza, según Rubén Darío Azogue, es la mirada interior. “Uno puede ir a un lugar a hacer fotografía y no ver nada, pero si voy con actitud de empatía para con el lugar, descubriré unas nuevas Lomas de Arena, aunque estas se hayan fotografiado millones de veces. Se trata solo de estar dispuesto a asombrarse con cada detalle de la naturaleza”. Se trata de aprender a mirar.

Las fotos que él toma se publican en periódicos, libros y revistas nacionales y extranjeras, incluyendo la prestigiosa National Geographic Viajes. Donde más publica es en Facebook, algo que en su momento generó susceptibilidades porque ¡cómo! ¡las fotos son para imprimir! Sí, dice Azogue, hay que imprimir las fotos, pero también hay que mostrarlas para generar debate. “Con un libro llego a mil personas; con Facebook, a 100.000”. Pero ¡nos las pueden robar del Facebook! “Les aseguro que con o sin Facebook igual roban fotos, y las roban instituciones supuestamente serias”.

Azogue está contra el plagio en la fotografía. De hecho, varias veces ha tenido que reclamar porque ha visto sus fotos publicadas sin permiso por aquí y por allá. Pero eso no lo desmotiva para seguir subiendo fotografías de naturaleza a las redes sociales y para motivar a sus 11.000 seguidores a hacer lo mismo.  “Hay mucha gente que vive en el exterior que se conecta a su querida Bolivia a través de nuestras fotos. Nosotros, por nuestra parte, aprendemos mucho porque discutimos en grupo sobre especies, apertura de cámara, profundidad de campo, velocidad, etc”.

Con tanto trabajo y tanta pasión, lo cierto es que Rubén Darío Azogue todavía no puede vivir de la fotografía. “Me gustaría hacerlo, pero me faltan capacidades de venta”, por eso dice “parece que soy más biólogo que fotógrafo”. ¿Al final?

Mejor ya no pensemos en eso. Preguntémosle: ¿Cuáles son sus proyectos? “Fotografiar lo que más se pueda, con la mayor cantidad de amigos. También imprimir un libro que se va a llamar Bolivia desde el blanco y el negro”.

El Diplomado en Fotografía de la Universidad Evangélica Boliviana entregó el Premio Lux a su docente de Fotografía de Naturaleza, Rubén Darío Azogue, esperando que continúe formando a exploradores fotográficos.

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