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Cuando Maximus estuvo con las pezuñas crecidas, despidieron a su cuidante. A los pocos días llegó Ignacio Terceros y asumió el cargo. «Yo paso harto tiempo con el muchacho -así le dice a Maximus- y me gusta tenerlo siempre limpio, no porque el jefe me encargue eso, sino porque uno va formando un cariño especial. Él también es cariñoso, cuando yo llego en las mañanas siempre se levanta para que le rasque la cabeza. Le gusta que lo mime, es muy entendido», dice Terceros, de 37 años, piel morena, pantalón jeans, camisa manga larga y botas de goma caña larga. Entre este hombre y Maximus, con las 15 horas diarias de vínculo, ha surgido un cariño especial.

Maximus parece ser un niño mimado y rico, pero en realidad es un toro color blanco de la raza Nelore Mocho que vive en un establo con aire acondicionado y cuya alimentación diaria supera los 100 bolivianos. Desde hace dos meses se alista para su primer concurso de juzgamiento y, para ello, deberá superar sus 1025 kilogramos de peso e incrementar el tamaño de sus testículos. Entonces estará listo para presentarse en los concursos feriales.

A Maximus le festejaron su cumpleaños número dos el 15 de febrero, pero no porque hubiera nacido en esa fecha, sino porque fue el día en que su propietario, Romer Osuna, lo tuvo por primera vez en sus manos cuando todavía era una pajuela de semen -cápsulas de cristal donde se almacena el semen-. Eso fue el 15 de febrero de 2013 en Minas Gerais, Brasil. Maximus tiene procedencia extranjera. Su precio, en la actualidad, según Osuna, es de 80 mil dólares, pero el apasionado ganadero dice que no está loco para venderlo.

El Tordo se ubica a 5 kilómetros del Municipio de Pailón. Aquí el sol parece  enfurecido porque en estos días la temperatura no baja de los 35 grados centígrados. Pero a Maximus eso no le importa. Él descansa en un ambiente placentero gracias a los aspersores instalados en su establo, que se encienden cada 90 minutos hasta que el calor disminuya.

«Nada puede fallar. Si él (el toro) se pone incómodo, tengo que darme cuenta qué le pasa. Mi trabajo es cuidarlo, bañarlo, peinarlo y hacerle el casqueo (recortado de pezuñas). Dice que al anterior cuidante lo botaron porque se olvidaba (risas)», comenta Ignacio.

Pero este espectacular bovino no solamente está para concursar. El principal objetivo de una cabaña productora de ganado de élite (pura raza) es la reproducción, y Maximus congelará semen dentro de un año, cuando haya alcanzado la adultez. En ese momento lo estimularán mediante una vagina artificial -tubo cubierto de goma que se coloca en la vulva de la vaca para que el semen del toro, al momento de la monta, quede acumulado en el recipiente- a fin de lograr la colecta de sus espermatozoides. Esto significará mejoramiento genético en El Tordo, porque los hijos y los nietos de Maximus tendrán ese tamaño, ese peso y todas esas características tan apetecidas por los ganaderos.

En esta cabaña también hay un laboratorio donde se realiza inseminación artificial, transferencia de embriones y fertilización in vitro, técnicas de reproducción asistida que, con el avance del tiempo y el aumento de la tecnología, van mejorando a pasos agigantados. Maximus, por ejemplo, nació a través de la fertilización in vitro, es decir que lo parió una vaca común y corriente y de ninguna raza, a la que se le implantó un embrión fecundado en laboratorio.

Maximus no conoció a sus verdaderos progenitores, pero su propietario Romer Osuna no se cansa de repetir, y en voz elevada, que su querido torete es hijo de Kurucau II FIV y de Jinha, animales referentes en la raza Nelore Mocho en Brasil. «Yo era capaz de rematar a todingos los que tengo acá para comprarlo a Maximus. En este negocio uno tiene que invertir harta plata si quiere tener buenos resultados. Voj no podés tacañear nada, se te pasa la oportunidad y listo, ya fuiste, te quedaste con las ganas», añade don Romer, como le dicen sus empleados.

– Sí o no, Ignacio, aquí hacemos todo para tratarlo bien al chico (Maximus) – afirma Romer Osuna a su empleado.

– Sí, pues, a veces ni se come bien por alistarlo para que vaya a las ferias -responde el cuidante con algo de ironía.

Y como Maximus, en Bolivia hay cerca de un millar de toros con este estilo de vida, repartidos en 60 cabañas ganaderas dedicadas a la producción de ganado de élite, las mismas que están afiliadas a la Asociación Boliviana de Criadores de Cebú (Asocebú).

Esta crónica se elaboró en el marco de la Maestría en Comunicación Periodística UEB-UNESCO.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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