Texto: Martha Paz – Videos: Ariel Cabrera
Ha fotografiado a las modelos más bellas de Santa Cruz. ¿Te enamoraste de alguna de ellas?, le preguntan. Jhon Orellana ríe a carcajadas, como es su costumbre, para decir que efectivamente se enamoró, pero de su oficio de fotógrafo publicitario. Es la fotografía de moda lo que le apasiona. Producir a las modelos para mostrarlas, por ejemplo, como una pálida Blanca Nieves perdida en un bosque de otoño, o como una estampada Frida Kahlo rodeada de personajes de la historia mexicana.
Tanto o igual disfruta cuando fotografía eventos de boda. Aquí se pone serio y dice que le encanta registrar historias de amor porque, si bien las fiestas de matrimonio suelen ser divertidas, las fotos se convierten en registros que, con el tiempo, se vuelven imágenes invaluables, históricas. Hace poco, las que tomó a una pareja, ambos con síndrome de Down, se volvieron virales en las redes sociales.
¿Y cómo hace para que se luzcan? Esta vez la pregunta se refiere a unos cotizados modelos Nelore. Otra vez ríe a carcajadas y dice que, después de varias experiencias anecdóticas, ha aprendido a destacar la estructura ósea, el vientre, los posteriores, la cola, las patas y las largas orejas de las vacas y toros de esta raza vacuna que cotiza por miles de dólares en el mercado cruceño.
¿Y esos platos tan apetitosos que fotografía? Confiesa, con picardía, que se da modos para que una hamburguesa o un helado se vean irresistibles. La carne de la hamburguesa debe estar a medio cocer para que no se vea deshidratada, mejor aún si le aplica barniz con un pincel. Los helados prefiere prepararlos para la cámara en base a puré y colorantes. La leche, es carpicola diluida. La Coca-Cola se fotografía mejor mezclada con agua.
Jhon Orellana sabe que las fotos de moda y boda explotan las aspiraciones del público y que las fotos de comida despiertan los impulsos de los comensales. Tiene otras teorías publicitarias, por eso toma su trabajo en serio y cuenta con un equipo especializado de personas que lo colaboran: productores de moda y de escenografía, maquilladores y peinadores, chefs y económos (especialistas en el armado de la estructura del plato), asistentes de iluminación, editores fotográficos. Hasta cuenta con cepilladores de vacas y limpiadores de pezuñas cuando le toca fotografiar ganado.
Su principal instrumento de trabajo, claro, es una máquina fotográfica. Alguna vez, ante cámaras, dijo que ésta era su novia. Hoy le da vergüenza haberlo afirmado, pero no lo niega. Más bien dice que es un ‘tecno-boy’, un enamorado de la tecnología fotográfica. “Sale un nuevo equipo y lo compro”. Él maximiza la iluminación: con el buen dominio de los reflejos y ángulos de luz, “diagramado de luces” como él llama a esta competencia, logra las formas y colores que necesita para sus fotografías.
Así, con sus teorías, trucos, cámaras, luces, y especialmente con pasión, este fotógrafo publicitario, que ya tiene casi 20 años de experiencia en el oficio, se mueve versátilmente no solo entre glamorosas modelos, parejas de novios, cabezas de ganado y apetitosos platos gourmet, sino también entre lujosas joyas y campos petroleros. Las joyas lo desafían porque absorben muchos reflejos y pueden llegar a verse imperfectas cuando son mal fotografiadas. Los campos petroleros lo retan porque, por temas de seguridad, deben fotografiarse sin flashes, sino solo con luz natural.
Y Jhon Orellana fotografía más, en realidad, todo, porque todo busca mostrarse bien para venderse bien: la ropa, los zapatos, los autos, las motos, los envases, las botellas, las casas, los muebles, los objetos, los espacios, las empresas, las industrias, en fin. Eso es fotografía publicitaria. Aunque él es comunicador social de formación, se ha especializado en esta área gracias a cursos y workshops varios tomados en Buenos Aires. “Felicidad”, “feliz”, “amor”, “enamorado”, “pasión”, “fotografía”, “cámara”, “luces”, “iluminación”, son las palabras que repite todo el tiempo.
Él se autocalifica de flexible y siempre presto para atender cualquier tipo de llamado. “Yo hago lo que el cliente me pide. A diferencia del fotógrafo artístico que puede encapricharse en su técnica y su estilo, yo me adapto a las marcas de mis clientes, no impongo la mía. Nosotros, los fotógrafos publicitarios, obedecemos a la demanda del mercado”. Será eso, piensa, lo que le ha permitido no encerrarse en su propio conocimiento, sino buscar evolucionar, mejorar. “Siempre estoy practicando, aprendiendo, viendo tutoriales”.
Al mirar una retrospectiva de las fotos que ha tomado en estos dos decenios, incluidas las que han salido en portadas de revistas al ilustrar el tema central de las mismas, pierde la cuenta. No esconde su satisfacción, pero dice que “las fotos de ayer no son tan buenas como las que va a hacer hoy”. Y la mejor foto, para él, es la que sale casi perfecta de la cámara. Por eso su afán, por eso las luces, por eso las mejores cámaras fotográficas, por eso el dron, por eso su equipo humano de apoyo, por eso los softwares de edición.
Por eso el Diplomado en Fotografía de la Universidad Evangélica Boliviana le entregó el Premio Lux. Es que Jhon Orellana se ha dado tiempo, desde hace diez años, en formar nuevos talentos en fotografía. De hecho, actualmente se encuentra empeñado en publicar un libro didáctico sobre su área: la fotografía para publicidad.
Quiero felicitar a los creadores de este sitio web, ya que será de mucha ayuda para cualquier persona interesada en estos temas y por supuesto también a nosotros los estudiante. Pues esta entrevista fue la verdad muy educativa ya que nos da diferentes tips para la fotografía como por ejemplo que para fotografiar una coca cola debe estar mezclada con agua la verdad son curiosos tips que favorecen a una mejor fotografía,