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Por Judith Prada Ribera

-Jugábamos con mis hermanos y las latas vacías de sardinas eran para mí como autos de carrera.

Creció en ese ambiente y así lo hizo saber en una de sus redes sociales con una fugaz pincelada cibernética el periodista y escritor Roberto Navia Gabriel.

El 6 de febrero fue el día más memorable para él porque se convirtió en  ganador del Premio Rey de España, el más codiciado galardón internacional del periodismo de habla hispana.

Antecede a ese reconocimiento una trayectoria de 19 años de labor periodística, que incluyen sacrificios como el abandono involuntario de su familia y el descuido de su salud. Roberto reveló que estuvo a punto de darle una paralisis por nervios y estrés. Con la salud quebrantada, el periodista estuvo alejado por aproximadamente 20 días de las letras y las teclas. Saberse ganador del premio Rey de España fue una especie de bálsamo que contribuyó a su recuperación final.

-Estaba durmiendo cuando me avisaron, salté de la cama para encender la computadora, pensé que era una broma, pero no era santos inocentes.

En una sala del diario El Deber de Santa Cruz, su casa periodística, Roberto Navia Gabriel presume el orgullo que siente por Jorge Navia Flores, su padre, a quien llama maestro. El hombre que marcó su vida para siempre era carpintero que, además de clavar y tornear madera, entregó su vida a los libros de literatura nacional.

-Si hay algo que siempre me llamó la atención fue el tiempo que dedicó mi padre a la lectura. Así nació mi inquietud por las obras.

Además de su padre, formarían su carácter y sus valores su madre Blanca Gabriel y sus dos hermanos. Recuerda que tenía siete años cuando, junto a su familia, dejó su natal Camiri para asentarse en Tarija. Unas mudas de ropa, alimentos básicos y el material de carpintería de su papá conformaban el equipaje que acompañaría a la familia Navia Gabriel en las extenuantes jornadas de viaje por adversos caminos entre la capital petrolera de Bolivia y el sur del país.

Acampábamos cuando el sol desaparecía porque era casi imposible penetrar por rutas hostiles en la oscuridad. Lluvia, greda y frío imposibilitaban continuar.

Con la sencillez que le caracteriza desde la cuna, Roberto Navia cuenta que durante una semana su familia vivió varada en la carrocería de un camión, en medio de la nada. Solo se comunicaban con forasteros eventuales que hacían la misma travesía en busca del progreso.  

Roberto está a punto de cambiar de dígito. Tendrá cuarenta años dentro de poco y, a lo largo de los años, además de acumular premios, construyó un imperio en letras. Tiene aproximadamente 2.500 libros.

– Los libros son mi mayor riqueza.

Por el espacio físico que demandan los libros, una parte de esa riqueza está en la biblioteca de su casa, el resto está guardada en casa de su madre.

El periodista recomienda leer bastante. Es un hábito diario que comparte con su compañera de vida desde hace 16 años, su esposa Karina Segovia, también comunicadora.

En su escritorio le acompañan libros de Mario Vargas Llosa, Martín Caparrós, Leila Guerriero, entre otros autores de crónicas y novelas, que estuvo leyendo los últimos días.

Paulo Andrés es el primogénito de la pareja. Aficionado a la música, el retoño de Roberto quiere ser como su padre, “el mejor”, pero descarta el periodismo. Sus padres prefieren, por seguridad, un perfil bajo para el adolescente.

Roberto Navia es, sin duda, el periodista más galardonado de Bolivia. Además del Rey de España, se hizo con el premio Ortega y Gasset de las Letras, el premio Libertad de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), el Premio Nacional de Periodismo, en la categoría prensa, de la Asociación de Periodistas de La Paz y otros galardones nacionales e internacionales. Así de bien le fue en su carrera, pero no por eso aconseja a las nuevas generaciones que sean periodistas. Pero si a pesar de ello estudian esta carrera, “es que de verdad quieren ser periodistas”, resume.

 Detrás de sus lentes de marcos rojos, que hacen juego con los colores que se le suben al rostro por la timidez que le caracteriza, se puede observar la pasión que siente por el periodismo. Navia trabajaba hasta hace poco en la sección Reportajes de El Deber, pero acaba de asumir el reto de dirigir la primera sección de investigación del diario, donde quiere formar “periodistas de raza”.

El 7 de mayo recibió el galardón en España por su reportaje “Tribus de la Inquisición”, elegido de entre 59 trabajos presentados por periodistas de los más diversos países de habla hispana.  Pero, con todo dice que cada día se levanta como siempre, porque “todos los días son un desafío”; como hace 19 años, cuando decidió estudiar periodismo.

Ocho mil dólares aproximadamente es la asignación monetaria que recibió y que, desde ya, estará destinada a la compra de libros para continuar compartiendo tertulias literarias con su esposa. Otra parte será para viajar de vacaciones a Francia, Italia, Alemania y Bélgica, entre otros países europeos,

-Es un viaje imposible de creer. Si hay un repaso en mi niñez, las cosas extraordinarias solamente puede hacerlas Dios. Yo trato de ser cada dia un mejor ser humano, mejor esposo, mejor profesional, mejor padre y mejor hijo (…) Karina, mi esposa, es mi cable en tierra, quien soporta mis ausencias y mi presencia (risas): despierto en la madrugada y sigo revisando mis textos.

 El periodista vive a 6 kilómetros de la ciudad en un condominio cerrado y se transporta en un nuevo vehículo -el primero cumplió su ciclo de vida-

Su esposa dice que Roberto mantiene la honestidad y humildad intactas. Lo único que no cambia (risas) son las tareas en el hogar -Roberto, no sabe preparar ningún plato, pero su mejor aporte son los jugos – Frutas y verduras son los productos que más consume -No soy aliado de la comida chatarra.

Entre el trabajo y su familia, lo que más le agrada al periodista Navia es leer, viajar y conversar con la gente; en una palabra: vivir.

 -Siempre tengo una actividad pendiente, mi mente está ocupada. No hay espacio para la depresión.

Pero esa firmeza se desvanece cuando habla de la ausencia de su padre, quien murió haciendo lo que más le gustaba, que era trabajar en la carpintería.

En el diario sus compañeros ven al «Flaco”, un flaco de 75 kilos que acrecentó la autoestima de los obreros de la información y jerarquizó una profesión algo desacreditada por quienes ejercen sin vocación y sin información, según dijo en una red social el jefe de Redacción de El Deber, Tuffí Aré.

-Roberto Navia, es un periodista perseverante y ordenado- expresó Pablo Ortiz

-Trabaja con responsabilidad, pero debe hacer un equilibrio entre el trabajo, la familia y la salud -agregó el el periodista Guider Arancibia. -Cuando no está viajando, se fatiga, le gusta trabajar mucho, pero fuera de la redacción -opinó el fotógrafo Clovis De La Jaille, con quien comparte la mayor parte de sus viajes.

Roberto Navia es un agradecido con Dios, quien es su principal compañero de viaje. Pero además siempre lleva una mochila, una libreta y zapatos adecuados al escenario donde va a indagar. -Soy muy metódico en todo.

Al concluir la entrevista, Navia se concentró en Karina, su esposa, que apresurada se medía zapatos en una galería comercial. Fueron esos accesorios de tacones negros los testigos silenciosos del gran día en que su esposo Roberto recibió de manos del Rey de España, Felipe VI, el mayor galardón del periodismo en español.

Este texto se elaboró en el marco de la Maestría en Comunicación Periodística UEB-UNESCO.

 

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