REPORTAJE
Por: Sara Crespo
“Desde los 25 años comencé a tener fatigas, a estar más cansada. En lugares cerrados, en determinado clima, empezaba a tener fatigas muy fuertes, sentía las arritmias. En varias ocasiones tuve la sensación de presión en el corazón, las famosas punzadas, el dolor muscular de la parte izquierda del cuerpo. Pero jamás me alarmé, hasta que a los 32 años eso me vino muy fuerte, me asusté, porque creía que en ese momento me iba a morir”. Nos relata Sofía Balcazar, con mirada resignada.

Sofía Balcázar convive con el Mal de Chagas.
Sofía, ahora de 34 años nació, en la zona de los valles cruceños, Comarapa, una zona endémica del vector que transmite el “Mal de Chagas”. A los 17 años supo que portaba el Chagas. Sin embargo hasta los 25 años, edad en la que comenzaron a presentarse los síntomas de la enfermedad, ningún médico le explicó nada de su dolencia. Durante todos estos años le hicieron varios análisis en los que le detectaron la patología y los médicos de turno sólo le informaron los resultados de los exámenes, sin mayores explicaciones.
El mal de Chagas, también llamada tripanosomiasis americana, es una enfermedad potencialmente mortal causada por el parásito protozoo Trypanosoma cruzi. Se encuentra sobre todo en zonas endémicas de 21 países de América Latina, donde se transmite a los seres humanos principalmente por las heces de insectos triatomíneos, conocidos como vinchucas, chinches o con otros nombres, según la zona geográfica. La enfermedad lleva el nombre de Carlos Ribeiro Justiniano Chagas, médico brasileño que la descubrió en 1909.
Según la OMS se calcula que en el mundo hay entre 6 y 7 millones de personas infectadas, la mayoría de ellas en América Latina, donde la enfermedad de Chagas es endémica. El 2015, el director del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Santa Cruz, Joaquín Monasterios, informó que el Chagas es una enfermedad endémica en Bolivia porque actualmente viven con este mal cerca a dos millones de personas.
Sofía recuerda que a los 25 años un médico general le diagnosticó arritmia, “una arritmia lo suficientemente preocupante, me hicieron análisis”. En esa ocasión le explicaron los efectos que puede tener el chagas, que podía afectar en el funcionamiento del corazón, que a largo plazo, una vez que se ha manifestado, pueden incrementarse los síntomas y que tenía que hacer controles permanentes con el cardiólogo. Sin embargo, cuando le hicieron el electrocardiograma, ya no estaba presente la arritmia porque los procesos de programación en las Cajas de salud de Bolivia son muy largos y no consiguió que se le hiciera el seguimiento necesario hasta siete años después que tuvo que acudir a un médico privado.
– Sobre la enfermedad he escuchado hablar desde pequeña. Si bien yo vivía en Santa Cruz, en las visitas a los abuelos ellos siempre hablaban del cuidado con las vinchucas, los cuidados que se tenían que tener en la casa, la limpieza y todo por el tema de las vinchucas. Ellos hablaban mucho del chagas. Desde muy pequeña sabía que mi mamá tenía esa enfermedad. Que había sido diagnosticada y que le hicieron un tratamiento en Argentina. Mi abuelo murió por problemas cardiacos causados por el chagas. Siempre hemos tenido conocimiento de la presencia de la enfermedad, pero nunca uno tiene la conciencia del efecto que puede tener sobre uno hasta que sabe que lo tiene.
Cuando Sofía sintió que podía a morir, recurrió a un cardiólogo privado. Entonces fue que logró comprender el efecto real que tiene la enfermedad sobre el organismo. “El cardiólogo privado se dio todo el tiempo para poder explicarme las características de la enfermedad. El chagas puede afectar de dos formas al corazón. Una es la bradicardia, que es el ritmo cardíaco lento, que eso se resuelve con un marcapaso y no existe una medicación que puedas tomar, simplemente tenés que tener controles para ver en qué momento esto evoluciona y tendrías que ponerte el marcapaso. Y la otra, que es la peor, es el chagas con cardiomegalia, que es cuando se te agranda el corazón y ahí sí tomas medicación y todo lo demás y la solución es un trasplante de corazón”.
Finalmente, a los 32 años, Sofía entendió todo. El cardiólogo le explicó que tenía el chagas que generaba bradicardia y que en algún momento de su vida iba a necesitar un marcapaso. Con toda tranquilidad nos confiesa: “Cuando me lo dijo, obviamente me puse a llorar, pero luego él me explicó que era algo que podía llegar a evolucionar hasta ese punto, como que no. Que simplemente tienes que llevar un control y que no hay un tratamiento. Ningún tratamiento puede revertir el daño que hizo el parásito en tu tejido cardíaco”.
Una de las formas de contraer el mal de chagas es por la sangre o leche materna. Cuando nació Camilo, el hijo de Sofía, le hicieron los análisis. Porque si el mal se detecta de forma temprana, se puede hacer un tratamiento y evitar el daño al corazón. “En el caso de Bolivia no existe una política. Tú anuncias que tienes chagas, saben que existe la posibilidad de contagio, y no siempre se hace los análisis al bebé. En mi caso, yo le hice los análisis de forma particular.” No es una política de salud pública hacer un seguimiento a los recién nacidos de madres con chagas. “Según lo que me explicaron algunos doctores, hay que hacerle un seguimiento a mi hijo, también porque va de vacaciones a la zona endémica.”
Prevención
El Chagas es una enfermedad que no tiene vacuna. Una de las principales formas de prevenirla es a través del llamado control vectorial, es decir, controlando la incidencia del agente “vector” que transmite la enfermedad: la vinchuca.
El Ministerio de Salud de la nación argentina promueve la difusión de medidas de prevención a través de diferentes medios, como el siguiente vídeo:

Miguel Ángel Crespo, director de PROBIOMA.
En Bolivia, el Programa Nacional de Chagas tiene como uno de sus componentes principales, para la prenvención del Chagas, el Control Vectorial. Miguel Ángel Crespo, director de PROBIOMA, asegura que la tendencia para combatir el vector ha sido básicamente la utilización de productos químicos (desde Baygón, Malatión, DDT, deltametryna , hasta el uso de la cypermetrina), los cuales dejan de ser efectivos después de un período en el que la vinchuca crea resistencia a estos. Según Crespo “la utilización de tales productos químicos, suele ser nociva, tanto para la vida humana como para el medio ambiente”.
Además de la fumigación, en Bolivia se ha trabajado en alternativas para el control vectorial. Una de ellas fue puesta en marcha por PROBIOMA que, en base a su experiencia en control biológico, desarrolló otros medios que permiten un control efectivo del Triatoma infestans (vinchuca), realizando investigaciones aplicadas relacionadas con el control biológico de la vinchuca durante más de 8 años. El objetivo general de las investigaciones realizadas fue lograr el control biológico de dicho vector, impidiendo y regulando su reproducción.
Los resultados de las investigaciones demostraron que la propuesta de PROBIOMA era inocua: el descubrimiento de microorganismos nativos que también son controladores naturales del Triatoma infestans. Las investigaciones aplicadas adoptaron la metodología de la investigación participativa. Se aplicaron mediante la colaboración de brigadas de promotores campesinos capacitados en el manejo del biorregulador y en la evaluación y aplicación del producto biológico para las aplicaciones llevadas a cabo a nivel peri e intradomiciliario. Paradójicamente, este esfuerzo no ha encontrado eco en las autoridades nacionales por más de 15 años.
El Programa Nacional de Chagas también incluía el mejoramiento de viviendas. Sofía nos comenta que ahora ella no está tan preocupada por Camilo. La vivienda de sus padres tiene las condiciones necesarias para prevenir la proliferación de las vinchucas.
Este texto se elaboró en el marco de la Maestría en Comunicación Periodística UEB-UNESCO.
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