REPORTAJE
Por: Jhorgely Limón
El feminismo a lo largo de la historia ha tenido diversas etapas y diferentes luchas; sin embargo, hoy se enfrenta ante un nuevo siglo con otras percepciones y desvalorizaciones. “El género nos une, pero la clase nos divide”, es el lema de un movimiento feminista socialista, Pan y Rosas Bolivia. Claramente demuestra que el feminismo toma una perspectiva nueva en las relaciones sociales y políticas.
Muchos consideran que el feminismo está en su “mejor época” por la notoriedad que ha adquirido en la vida cotidiana, pero también existe discrepancia al respecto.
La palabra feminismo ha ido tomando notabilidad en diversos contextos, algunos de ellos rodeados de connotaciones negativas. El feminismo no es odiar a los hombres ni querer la supremacía de las mujeres. Es más que eso. La Real Academia Española (RAE) define el feminismo como el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, así como el movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo. Es un concepto con un largo recorrido histórico, sin embargo hay quienes desconocen su significado y le otorgan connotaciones negativas.
El feminismo en la historia
A lo largo de la historia las mujeres -individual o colectivamente- se han quejado de su injusta situación en la sociedad bajo el patriarcado y han reivindicado una vida mejor en diferentes etapas, a esto se lo conoce como las olas del feminismo.
En la revolución francesa en el siglo XVII surgió la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, en dicha declaración no incluyen los derechos de la mujer. Olympe de Gouges replica aquel texto y escribe la declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana. Por otro lado, Mary Wollstonecraft escribió la vindicación de los derechos de la mujer, la cual busca una educación igualitaria; a esto se le llama la Ilustración: la primera ola del feminismo.
Durante el siglo XIX las mujeres buscaron el derecho al voto femenino, este movimiento fue conformado solo por mujeres blancas por eso surgieron otros tipos de feminismo que además de buscar la igualdad, también lucharon por la esclavitud de las mujeres negras. De igual manera ocurrieron manifestaciones, marchas, huelgas de hambre, entre otros. Esta etapa es conocida como el sufragismo: la segunda ola del feminismo.
En el siglo XX surgió el feminismo liberal, el cual describe la situación de las mujeres como una desigualdad de derechos, y no por explotación. También apareció el feminismo radical, que busca resolver el problema desde la raíz, o sea, el patriarcado que es una forma de sociedad en la que el hombre tiene la supremacía por el simple hecho de ser hombre. A esto se lo conoce como la tercera ola.
En la cuarta ola el activismo presencial y online cobran gran protagonismo. Plantea el fin de los privilegios de género establecidos históricamente hacia el hombre. También repudia la violencia de género en todos los ámbitos y lucha por el derecho a la interrupción legal del embarazo.




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Ramificaciones del feminismo
El rol de la mujer en las culturas prehistóricas era de recolección, mientras que el hombre era el encargado de la caza. En la edad media la mujer se dedicaba al cuidado de los hijos y del hogar, y solo en caso de un mal estado económico familiar, buscaba trabajo fuera del hogar. Sin embargo, en la actualidad la mujer desempeña diferentes funciones y cargos importantes en la sociedad. Algunas de ellas son presidentes, empresarias, gerentes, científicas, entre otras funciones. Considerando que años atrás esas labores eran ocupadas solo por los hombres.
A pesar de ello, existen diferentes luchas y necesidades por las que pasa la mujer, junto con aquellas necesidades surgen ramas del feminismo con el objetivo de ayudar a la mujer en temas específicos.
Entre las ramificaciones están: el feminismo filosófico, liberal, radical, de la igualdad, de la diferencia, abolicionista, postcolonial, marxista, feminismo negro, transfeminismo, feminismo de igualdad, de la diferencia, científico, ecofeminismo, feminismo separatista, interseccional, lésbico, cultura, ciberfeminismo, feminismo provida, entre otros.
Las dos ramas más conocidas y que han provocado diversos debates son: el feminismo liberal y el feminismo radical.
En el ámbito político, el feminismo liberal se ocupa de cuestiones con una determinación más política, como la posición de la mujer en el mundo laboral; mientras que el feminismo radical apunta a que las leyes actuales siguen siendo insuficientes en cuanto a la disminución de la opresión hacia la mujer.
“Yo soy feminista radical porque creo que tiene todas las herramientas para explicar muchas situaciones culturales, políticas y sociales. Explica más cosas, te invita a criticar, y eso te permite ver que sos oprimida, violentada de muchas maneras”, mencionó Edle Julve, profesora de historia en Argentina y feminista radical.
El feminismo liberal cree que la mujer es libre en tomar cualquier decisión, si quiere dedicarse a la pornografía, prostitución o alquilar su vientre, lo puede hacer. Sin embargo, el feminismo radical aboga por la abolición de esas tres cuestiones y de todas aquellas que signifiquen una cosificación de la mujer, ya que creen que las mujeres que deciden dedicarse, por ejemplo, a la prostitución no lo hacen porque les gusta, sino por necesidad.
Edle también dijo: “el feminismo liberal es muy atractivo porque no te invita a criticar en profundidad al sistema, es cómodo, te dice que es tu cuerpo, que es tu decisión. Esto lo han sacado del aborto, lo están utilizando como eslogan para la prostitución y el alquiler de vientre, pero no se dan cuenta que quizás a un pequeño porcentaje le gusta ese oficio, pero la mayoría son ultrajadas y secuestradas para trabajar en eso”.
Por otro lado, Sarah Mamani, estudiante de derecho de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM) apoya el feminismo liberal porque cree que no se debe imponer normas a la mujer, ni victimizarla. “En un inicio el feminismo comenzó bien, obtuvo varios logros pero hoy se ha corrompido. La mujer debe tomar sus propias decisiones, respetarse y también respetar a las demás”, dijo Sarah.
A pesar de todas las ramificaciones que existen, hay personas que afirman que no debería haber tantas ramas porque divide la lucha colectiva; Nathalie Iriarte, periodista y activista, opina de esa forma: “Para mí no hay distinciones de feminismo porque representa siempre lo mismo: la búsqueda de igualdad de derechos a la mujer. Si bien lo que hay son pensamientos diversos dentro de una corriente, y como en cualquier corriente las personas son diversas; hay personas que son de derecha, de izquierda; hay personas que son religiosas o ateas. Cada una de ellas le va dando una orientación diferente, pero en realidad no debería haber tantas definiciones”, mencionó Nathalie.
Percepciones del feminismo en el siglo XXI
Actualmente la percepción del feminismo es un tema con el que las feministas tienen que lidiar, debido a que esto genera rechazo y confusión acerca de lo que significa el movimiento.
En una encuesta realizada en abril de 2021 mediante un formulario de Google que se difundió por diferentes redes sociales, 107 mujeres de distintos rubros respondieron y el cual, el 58% de ellas se sienten representadas por el feminismo, mientras que el 42% afirma que el feminismo no las representa. Como en el caso de María Villarroel, quien señaló: “el feminismo de hoy no me representa, porque está cargado de violencia, tiene pensamientos que van en contra de mis valores, ya no es una lucha por el bien de las mujeres, sino que se ha convertido en un gran negocio para muchos. Quiere eliminar la violencia con más violencia, este movimiento alardea de inclusión y cuando una mujer no piensa como ellos la excluyen y la tratan mal”.
El feminismo se enfrenta ante una desvalorización provocada por las conductas de las mismas feministas. En lo que antes inició como una lucha por la igualdad para muchos hoy se convirtió en un movimiento vandálico. Esta percepción se ha desarrollado por las manifestaciones y marchas de las feministas en las que sucedieron peleas, conflictos, y además provocaron daños a diferentes instituciones, pintarrajeando las paredes o quebrando los vidrios.
Un claro ejemplo ocurrió el 8 de marzo del presente año, en México. Un grupo de feministas protestaron y dañaron los autos que estaban en las calles, uno de ellos era de Ana Gabriela, quien se encontraba en su oficina mientras el hecho sucedía. Minutos después, junto a sus colegas tuvo que salir por la puerta de emergencia porque estaban vaciando gasolina en la entrada principal de su oficina. Ana contó el hecho en una publicación de su cuenta de Facebook, y dijo que a pesar de ser mujer el feminismo no la representa.
Otra cuestión muy criticada del feminismo está bajo la idea que, el movimiento feminista tiene intereses políticos de por medio, y que solo defiende a las mujeres cuando les conviene hacerlo. Uno de los casos criticados se produjo en Argentina en el año 2015, cuando Keila Jones de 17 años de edad falleció mientras se realizaba un aborto (algo que es legal en dicho país). Lo que llamó la atención de este caso fue que ninguna feminista dijo algo al respecto.
“Todo movimiento en algún momento, a veces, se desvirtúa porque seguimos siendo títeres del patriarcado. No te olvides que por detrás puede haber millones en juego, en dinero y en redes tan corruptas, tan perversas que van a manipular. Si alzas la voz por una, alzas la voz por todas”, expresó Nathalie.
En Bolivia, ante la aprensión de la ex presidenta del país, Jeanine Añez, bajo el cargo “sedición, terrorismo y conspiración”, hubo bastante silencio por parte de las feministas. Sin embargo, el 18 de marzo la agrupación socialista feminista, Pan y Rosas Bolivia, realizó una transmisión por Facebook en el que abiertamente declaró contra Jeanine: “el género nos une, pero la clase nos divide”, frase que también es el eslogan de dicha agrupación.
Gabriela Cuba, de Pan y Rosas Bolivia, mencionó en la transmisión: “el hecho de tener tetas y vagina no significa que vamos a abrazar a una hija del patriarcado. No podemos ir a defender a alguien que está en contra de la lucha feminista y de los derechos de la mujer, y que justifica, defiende, acuerpa a instituciones pedófilas como la iglesia”.
“No somos sororas con nuestras opresoras”, añadió Gabi Alfred, quien pertenece a la misma agrupación.
La sororidad es la hermandad entre las mujeres, es un pacto de apoyo, es un valor vinculado a la unión, al amor y al respeto.
También hay otro caso que es cuestionado, se trata del silencio de plataformas feministas como la Coordinadora de la Mujer -directora Mónica Novillo, desde 2017- ante los enredos emocionales del ex presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma. En el que en reiteradas ocasiones denigró a obreras, empleadas, ministras y líderes sociales.
Producto del supuesto silencio de las feministas surge una pregunta burlesca en las redes sociales: ¿dónde están las feministas?
“Creo que es una frase muy estúpida la que se ha puesto de moda de ¿dónde están las feministas? esperan que nosotros aparezcamos a defender cuando lo que deberían esperar es que la gente deje de atacar ¿por qué darnos la responsabilidad de superhéroe? ¿Por qué no dejan de robar y matar en la ciudad? en lugar de decir dónde están las feministas”, expresó Nathalie Iriarte.
En la actualidad, a muchas mujeres les gusta acudir a un salón de belleza para darse sus gustos, ya sea un cepillado de pelo, un tinte, planchado, alisado, o a hacerse las uñas, depilarse las cejas, etc. En la mujer es algo común ver estas actitudes, de cuidar su imagen. Incluso, desde la época egipcia ya había estos comportamientos, con los flamantes peinados y vestidos que lucían las egipcias.
Sin embargo, ahora surge la idea que la mujer no debería usar maquillaje, vestirse con ropa ajustada y usar tacones. Porque el feminismo radical dice, para que haya una verdadera destrucción del sistema, la mujer debe evitar tener actitudes de mujer.
María Galindo, líder del colectivo Mujeres Creando, en 2019 desató una ola de críticas contra sí misma por denigrar a la presidenta de ese entonces, Jeanine Añez.
Galindo publicó un artículo de opinión en el diario Página Siete, en el que parte del texto dice: “una de esas niñas barbieficadas es hoy nuestra presidenta, la que gracias a la rubia cabellera logró separarse y distinguirse de su grupo social”, además, hace referencia que el teñirse es para ocultar sus raíces.
En aquella oportunidad Nathalie Iriarte respondió a Galindo con otra columna de opinión bajo el título, “Galindo: No me digás cómo ser mujer”, publicada en el diario Página Siete. En el texto Iriarte enfatiza que una mujer es libre de maquillarse, peinarse, teñirse el pelo, pintarse las uñas, vestir con ropa ajustada, tener el pelo largo, corto, o rasparse.
En la encuesta realizada a las 107 mujeres, el 17,8% está de acuerdo con la columna de Galindo. Mientras que el 82% rechaza aquella idea.
A pesar de los conflictos internos del feminismo, este movimiento busca erradicar la violencia y la discriminación hacia la mujer como también la desigualdad de género que es lo que más se observa en Bolivia.
Actualmente Bolivia es uno de los países con mayor índice de violencia hacia la mujer. Según mediciones de organismos nacionales e internacionales, siete de cada diez mujeres han sufrido algún tipo de violencia. En 2020 se registraron 114 víctimas de feminicidio, y en lo que va del año se han registrado 33 casos de feminicidios. Aún existe desigualdad laboral, desigualdad en la participación política, vacíos en la ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia (ley 348), y cada día la mujer corre un gran riesgo de ser víctima de un agresor.






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