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Autoridades, productores y socios de la colonia japonesa de Okinawa optan por el modelo de la agricultura sostenible como base de toda campaña agrícola.

Autores: Mateo Ribera y Cecilia Dorado

Levantarse al amanecer, ponerse sus botas, calentar el agua para disfrutar un café humeante y colocarse su gorra un tanto desgastada, es la mejor forma de iniciar el día para Kazuhiko Ikishi, productor y agricultor de la colonia japonesa de Okinawa desde que era niño.

Desde que tiene memoria, sentir el calor y las caricias de la brisa del campo en su piel ha sido lo único que ha necesitado para ser feliz. “Poder levantarme cada mañana y ver el sol saliendo, mientras hay un silencio absoluto acompañado del canto de las aves y el balanceo de las plantas, es algo que solo pasa aquí en Okinawa, es algo que nunca cambiaría”, afirma Kazuhiko, dibujando una sonrisa en su rostro.

Para Ikishi, tocar la tierra con las manos, sentir la textura del suelo y sembrar semillas de sorgo y maíz en su espacio de 43 hectáreas es más que un trabajo o una obligación: representa una muestra de respeto, de honor y de homenaje al legado de sus abuelos y padres, quienes llegaron a Santa Cruz hace más de 50 años, cuando no había más que monte virgen, árboles grandes y un clima tropical aparentemente indomable.

«Nunca voy a olvidar la primera vez que estuve en Okinawa. Tenía 10 años en ese entonces. Había algo entre esos tallos de maíz que simplemente me cautivó. El silencio y la naturaleza hicieron el resto para que me enamore de este lugar. 37 años después, estoy aquí, y no deseo irme a ninguna otra parte», asegura Kazuhiko, mientras coge un par de semillas con su mano.

Sembrar y cosechar, representa para Kazuhiko, continuar con el legado que dejó su familia, y que se busca pasar de generación en generación.

“La agricultura forma parte de nosotros, es parte de nuestra historia y cultura. Somos un pueblo que sobrevivió y ha salido adelante con el esfuerzo de nuestras manos y la fertilidad de estos suelos”, dice orgulloso Ikishi.

Para los 123 socios de la colonia Okinawa, el nacimiento de la Cooperativa Agropecuaria Integral Colonias Okinawa (CAICO) en el año 1971 marcó un hito importante para el desarrollo y progreso de las tres colonias (Okinawa I, Okinawa II y Okinawa III), ya que significó la creación de un puente entre los productores, autoridades, expertos y especialistas.

Un campo de entrenamiento agrícola texto de cabecera

«Un horizonte verde, un paisaje compuesto por el hermoso color de cada cultivo y la tierra, es algo realmente único. La vida en el campo, aquí en Okinawa, parece salida de una película», expresa Erwin Solabrao, coordinador general del campo experimental de CAICO.

Colocarse el uniforme azul y plateado propio de la cooperativa, sus guantes y unas botas, marca el inicio de una jornada de trabajo e investigación para él.

Dentro de la cooperativa hay cuatro técnicos perfeccionistas de campo, y el ingeniero Solabrao es el técnico encargado del campo experimental. En sus laboratorios se logran avances que son la clave del potenciamiento del modelo de agricultura sostenible en Okinawa. Los investigadores realizan pruebas constantes a las semillas para analizar su comportamiento frente a dificultades climáticas, plagas y enfermedades.

Para Erwin, la labor que se realiza en el campo experimental de siete hectáreas representa el inicio de la magia lograda en las áreas de cultivo de la zona. Los especialistas realizan muestras, pruebas, experimentos y análisis a fin de determinar los pasos y acciones del inicio de cada campaña agrícola.

El campo experimental de la cooperativa representa un espacio de prueba, dividido en diversas parcelas distribuidas para cada uno de los seis cultivos más importantes de Okinawa: maíz, sorgo, trigo, soya, caña de azúcar y arroz.

Para productores como Ikishi y Hurtado, las decisiones y recomendaciones brindadas en el campo experimental son fundamentales en el mejoramiento constante de la efectividad de los suelos y en el potenciamiento de una mayor producción por hectárea en sus tierras. En el caso de Ikishi, las estrategias nacidas en estas parcelas de entrenamiento han permitido que se incremente su cosecha, pasando de 2 a 2,7 toneladas de sorgo por hectárea. 

La utilidad y los resultados del campo de entrenamiento de la colonia japonesa se ha evidenciado en los últimos 10 años, ya que se ha logrado un aumento del 10% de toneladas recolectadas por hectárea.

La rotación de cultivos, un mandamiento agricultor

Cuidar la tierra, respetarla y mantenerla. Esas son algunas de las palabras más importantes que recibió Kazuhiko de su padre, cuando cada mañana lo levantaba para poder recorrer el campo. Para él, hoy en día, proteger la tierra es vital para la supervivencia y seguridad de las próximas generaciones.

«Cada día enfrentamos nuevos problemas ecológicos. Con un calentamiento global fuerte, acelerado, y una demanda muy alta de comida, es crucial que nosotros busquemos nuevas formas de no solo producir más con menos, sino también, de preservar la fertilidad de la tierra que trabajamos», explica Kazuhiko, con un tono reflexivo y seguro.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la conservación del suelo es un punto clave de la agricultura sostenible para obtener un buen rendimiento en el campo en la actualidad y en el futuro, sin tener que depender de productos químicos.

Aunque los efectos de la conservación del suelo pueden no ser claramente visibles a corto plazo, a largo plazo sí son notables, puesto que reducen la erosión, mantienen la fertilidad y minimizan la contaminación del medioambiente, contribuyendo a la sostenibilidad ecológica.

La agricultura sostenible se define como un conjunto de estrategias y métodos que permiten asegurar la fertilidad y seguridad de los suelos para las siguientes generaciones, sin comprometer ni sabotear los suelos.

Para Kazuhiko y el resto de los productores, la agricultura sostenible, más que un concepto, se ha transformado en una forma de vida, ya que es la base de todo su trabajo.

Consideran que la fertilidad y seguridad de los suelos en Okinawa son la clave del éxito de las tres colonias japonesas del mismo nombre, porque les han permitido ser denominadas en conjunto como la capital triguera de Bolivia, con cerca de 17. 000 hectáreas de producción.

«Hoy más que nunca, utilizar los suelos de manera sostenible implica que las siguientes generaciones puedan continuar satisfaciendo sus necesidades, sin destruir los terrenos disponibles, es decir, sin pasar por encima de las áreas protegidas».

Jaime Yusaku
Gerente técnico de CAICO S.R.L.

Las estrellas de Okinawa

Trigo:
Este producto constituye uno de los principales cultivos de invierno, abarcando alrededor de 17.112 hectáreas de producción.
Sorgo: El sorgo se siembra como rotación de cultivo con la soya. Son más de 2.104 hectáreas en cada campaña de invierno.áreas.
Soya:
Inicialmente fue cultivada de forma experimental como sustituta del algodón. Hoy se dispone de una producción de 28.610 hectáreas.
Arroz:
La siembra de arroz entre los asociados de CAICO ha aumentado en los últimos años. Se cuenta con  una producción de 5.681 hectáreas.
Maíz:
El cultivo de maíz está en aumento debido a la necesidad de realizar la rotación de cultivo. La producción es de 2.136 hectáreas.
Caña de azúcar:
La producción de la caña comenzó con la búsqueda de cultivos resistentes a la sequía en la zona de Okinawa III. Son 2.000 las hectáreas cultivadas.

El arte de cuidar los suelos

«Cuando llegué a Santa Cruz, no me esperé una ciudad así de grande, y luego cuando llegué a Okinawa, tuve un gran impacto al ver cómo convivían los japoneses y bolivianos. Me asombró la relación que había entre dos culturas tan diferentes, y eso es algo que solo en la colonia Okinawa he podido ver», explica la especialista en suelos Akari Kishimoto, al recordar sus primeros días en la colonia.

Kishimoto proviene del departamento de Nara (Japón). Después de graduarse como agrónoma, deseaba conocer nuevos lugares, así como variedad de suelos y cultivos. Por ello, decidió cruzar todo el planeta para llegar a Santa Cruz e incorporarse a esta colonia. Su vida cambió en solo meses, pasando de una isla ubicada en el océano Pacífico, a campos extensos de cultivos en Santa Cruz, Bolivia.

Su primer impacto fue con la agricultura extensiva, la cual es contraria al modelo agricultor practicado en Japón, donde los campos suelen estar compuestos por pequeñas parcelas trabajadas por separado y no así de manera extensiva.

Para Akari, un día de trabajo normal empieza en la Cooperativa. Después de algún trabajo propio de oficina, visita a productores, previa coordinación, para obtener muestreos y muestras, y hacer luego análisis de suelo en laboratorio.

Pasos para la realización de análisis de fertilidad de suelos

Paso 1: Tomar pequeñas muestras del suelo para analizar niveles de fertilidad, hidratación, etc.
Paso 1: Tomar pequeñas muestras del suelo para analizar niveles de fertilidad, hidratación, etc.
Paso 2: Se realiza una medición de la extensió de las raíces para conocer si el cultivo requiere de cuidados especiales
Paso 2: Se realiza una medición de la extensió de las raíces para conocer si el cultivo requiere de cuidados especiales
Paso 3: Se pesan las muestras de suelo, y se las cataloga para poder realizar distintas pruebas de fertilidad
Paso 3: Se pesan las muestras de suelo, y se las cataloga para poder realizar distintas pruebas de fertilidad
Paso 4: Se realiza un análisis del porcentaje de humedad, porcentaje de chinches o posibles indicios de enfermedades, etc.
Paso 4: Se realiza un análisis del porcentaje de humedad, porcentaje de chinches o posibles indicios de enfermedades, etc.

Una vez obtenidos los resultados de laboratorio, Kishimoto se encarga de analizarlos para pensar en acciones que incrementen la eficiencia de los suelos. Los resultados también llegan al productor, pero es Kishimoto quien se encarga de elaborar la recomendación nutritiva para los suelos.

Los análisis de suelo se realizan cada dos años a todos los lotes, y tienen un costo. Es recomendable realizar lo más rápido posible el análisis al suelo que está con problemas, para ir mejorando. «El suelo no compone de un rato a otro», afirma.

Kishimoto comenta que inicialmente se hace el análisis físico y químico del suelo. El análisis físico consiste en medir la textura del suelo y su cantidad de arena, arcilla y limo. Es decir, se analiza la contextura del suelo para conocer si es un terreno apto para el cultivo y de esa forma determinar cuáles son los abonos a utilizar con la finalidad de obtener un máximo potencial.

Después se realiza el análisis químico, que consiste en medir el PH del suelo para saber utilizar adecuadamente macronutrientes y micronutrientes. También se analizan los minerales del suelo, ya que juegan un rol fundamental en la vida de los cultivos; en el caso de haber deficiencia, la nutrición vegetal permite tomar acciones para incrementar el potencial de los cultivos.

‘Para llevar a cabo la agricultura sostenible es vital cuidar el suelo, no aplicar por aplicar cualquier fertilizante o agroquímicos. Todo lo que se hace, tiene su medida».

Akari Kishimoto
Especialista de suelo de CAICO

Una mirada hacia el futuro

Al final de cada día de trabajo, Kazuhiko suele caminar alrededor de sus cultivos, mientras recuerda e imagina cómo fueron los primeros años de sus abuelos y de esas familias que arribaron por primera vez a una región totalmente desconocida, a miles de kilómetros de su hogar. Más que una rutina, ese tiempo de camino alrededor de sus cultivos es un ritual para él.

«Para alcanzar un mejor futuro, nunca se debe dejar de honrar el pasado, porque esa historia forma parte de uno, es la herencia que nos dejaron», explica Kazuhiko mientras acaricia una de las hojas de una mazorca de maíz.

Según Kazhuiko y el resto de los socios de CAICO, el camino a seguir para mejorar la eficiencia de los cultivos es la aplicación de semillas genéticamente modificadas. El gerente técnico de la cooperativa, Jaime Yusaku, explica que la biotecnología puede aportar mucho en la agricultura sostenible. Sin embargo, los agricultores tienden a rechazar el cambio. Para los socios de la cooperativa, la nueva oportunidad de introducir nuevas variedades de semillas híbridas, es el girasol.

Nueva variedad de la semilla de girasol, llamada Morgan-734, que tiene la característica de ser más resistente a las sequías



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