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REPORTAJE

Por: Saraí Pacheco y Areli Sánchez 

En medio de un mundo en problemas por un nuevo virus nació Lucas Adalid Melgar Raslan, un 6 de julio de 2020 a las 17:30; después de una lucha en la sala de parto que tuvo su mamá, Sara Raslan con 20 años, debido a que pasaba por un proceso muy difícil entre la vida y la muerte: entre su vida o la de su bebé.

Tan sólo pasaron tres meses y medio de embarazo y Sara estaba preocupada porque el Covid-19 había desatado cambios en la población mundial. Ella sólo pensaba en la vida que llevaba en su vientre; todos los planes y expectativas de un embarazo tranquilo fueron alterados totalmente por la pandemia. 

Sara, con todos los sentimientos encontrados y la preocupación de lo que podría pasar en el futuro, estaba intranquila.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) informó que el índice de mortalidad materna en Bolivia llega al 64 por ciento en el área rural, pues este sector de la sociedad aún es vulnerable, ya que tiene cuatro veces más probabilidades de fallecer por complicaciones del embarazo, parto o postparto. En las ciudades, el 42% de las mujeres son atendidas de parto en sus casas y el 58% en centros de salud. Por lo tanto, lo más aconsejable es que las embarazadas se realicen todos sus controles para prevenir enfermedades. La médica Jenny Morató, ginecóloga obstetra, recomienda que las embarazadas controlen el movimiento fetal todo el tiempo, que se mantengan tranquilas y cuiden mucho su alimentación, que debe ser rica en verduras, frutas, vitaminas, minerales, ácido fólico y proteínas, entre otros. “Lo más importante es que controlen el movimiento del bebé ya que no pueden escuchar su corazón porque no tienen los aparatos, pero sí pueden verificar que el feto se mueva. Si en algún momento eso no pasa, les decimos que nos avisen inmediatamente” señaló Morató.

Sara tomó las medidas correspondientes para el cuidado de su embarazo, con todo aquello que le recomendaba su médico en alimentación, consumo de vitaminas para mantener las defensas altas, además, debía implementar las medidas de bioseguridad; con el aislamiento social, la desinfección de productos alimenticios y el debido lavado de ropa de sus familiares al ingresar al hogar.

Al pasar el tiempo ella buscaba maneras de mantenerse activa y su única salida era el tiempo en la cocina, de esa manera ponía en segundo plano lo que sucedía a su alrededor. Pero aún en su lucha por mantenerse estable, llegaba un punto donde sus emociones tenían un papel importante en ella; el miedo, la tristeza, la desesperación y la soledad le jugaron en contra.

Sara llegó a los casi 9 meses de embarazo, Adalid estaba a punto de nacer. Un día su mamá Claudia Guzmán fue a visitarla. Se acercó, la abrazó, la besó, sin saber que sus besos y abrazos de amor tendrían una consecuencia más adelante. Transcurrió una semana después de aquel cálido encuentro y Sara recibió una noticia que cambiaría todo: su mamá dio positivo a Covid.19. A pesar de todas medidas de bioseguridad, estar cerca de su mamá fue suficiente para que se contagiara. La semana siguiente Sara comenzó a sentir los síntomas.

Las semanas para Sara trascurrieron de forma muy lenta, y al parecer empeoraba. Ella sufría de asma, una enfermedad crónica que provoca que las vías respiratorias de los pulmones se hinchen y se estrechen. 

El asma jugó un papel importante en todo ese proceso. Sus familiares debían estar pendientes de ella. Hubo días que debían auxiliarla porque se asfixiaba mientras se bañaba o mientras dormía. Durante una semana perdió el sentido del olfato, el sentido del gusto y otros síntomas que causa el virus.

Sara mantenía cerca de ella el salbutamol y tenía a mano canela y eucalipto para realizarse la vaporización. Decidió utilizar remedios naturales debido a su embarazo. Ella sabía que no estaba en condiciones de recibir el tratamiento que tenían las personas infectadas con el virus porque le afectaría al bebé. Los malestares los tuvo una semana, luego empezó a mejorar.

El embarazo es una de las etapas que más cambios físicos y emocionales le generan a una mujer. Las dudas y la incertidumbre están a flor de piel, y la información completa es en ocasiones la mejor herramienta para disfrutar el proceso de gestación hasta que llegue el momento del parto. Sin embargo, desde que comenzó la pandemia del coronavirus, todas las preguntas sin respuesta se incrementaron. La incertidumbre se convirtió en el estado más común y la ansiedad invadió a todos por igual. Pero las mujeres embarazadas sienten todo con más intensidad.

La etapa de gestación requiere cuidados y controles frecuentes para estar pendientes de la salud del neonato.

La llegada del coronavirus también afectó esta regularidad, ya que la mayoría de los hospitales estaban colapsados de personas contagiadas del virus y el miedo a infectarse derivó en que muchas madres prefirieron mantenerse en sus casas.

Ya habían pasado 21 días y llegó el momento de realizarse los exámenes correspondientes al pre-parto. Luego de los chequeos el médico le dijo que había un 50 por ciento de probabilidades de que ella saliera junto a su hijo del quirófano, y el otro 50 por ciento sólo contemplaba la vida del bebé. 

Sara sintió todo su cuerpo estremecerse de angustia. Los sentimientos encontrados hicieron que esté a punto de soltarse en llanto, el médico le dijo que no se podía poner así porque eso podría alterar la cesárea, sus pulmones se llenarían de flema y eso se complicaría para el anestesiólogo. Entonces ella decidió ser fuerte y dar un paso de fe. Pero eso no fue todo, a pesar de aquella noticia devastadora el médico le dijo que después del parto el niño sería alejado de ella y además que no debía tomar la leche materna. 

Según informes actuales de Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que 78 millones de bebés (tres de cada cinco) en todo el mundo no toman leche materna en su primera hora de vida, lo cual aumenta el riesgo de mortalidad o que contraigan una enfermedad, y disminuye las posibilidades de continuar la lactancia materna. En el informe, como contracara, está el manifiesto que los recién nacidos que toman leche materna en su primera hora de vida tienen muchas más posibilidades de sobrevivir. Un retraso de tan sólo unas horas después del nacimiento podría poner en peligro la vida del bebé.

El contacto piel con piel y la succión de la mama favorecen la producción de leche materna y de calostro, llamado también la “primera vacuna” del bebé por su alto contenido en nutrientes y anticuerpos.

Pablo Durán, médico pediatra, asesor regional en salud perinatal de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), señala que si bien no hay evidencia que el virus se transmita por la leche materna, es prioritario fortalecer las medidas de prevención por la cercanía de la madre al amamantar. Es muy importante brindar apoyo e información a las mujeres embarazadas y puérperas con infección por Covid-19 sobre el cuidado y la alimentación segura a brindar a los lactantes. En situaciones ideales se recomienda la lactancia materna, la extracción de leche de la madre o el uso de leche de banco, manteniendo las medidas de prevención para la transmisión por vía respiratoria y el lavado de manos antes y después de tocar el bebé. Según la evolución del niño y su madre, será importante sostener el apoyo y promover el inicio de la lactancia materna directa. 

Durán sostiene que es importante que las instituciones tengan los mecanismos para brindar apoyo para que esto sea posible.

En el proceso de embarazo, Sara se había informado y sí era posible tener a su hijo en sus brazos. Ella trató su caso con cinco especialistas en neonatología, ginecología y pediatría, pero no se arriesgó a contradecir al médico que la atendía; entendió que el galeno no tenía la suficiente información sobre cómo sería la reacción del bebé en un tiempo de virus y pandemia. 

El médico no quería arriesgarse a dar un paso en falso y perder su prestigio profesional.
A pesar de las sugerencias de Sara basadas en lo que los especialistas le habían explicado, el ginecólogo no quiso, no escuchó y lo único que pudo hacer Sara fue verlo de lejos en el momento del parto al levantar la tela donde le estaban realizando la cesárea y ver al niño sólo en ese momento.

El obstetra John Arias, monitor de Fundación Waal Ecuador, explica las medidas a seguir durante este proceso y contesta las principales inquietudes que se presentan. Para el momento del parto, se debe el hecho de que toda mujer o su pareja, deben contar con un plan de parto y plan de emergencia, identificando previamente en el establecimiento de salud seleccionado para llevar a cabo el parto y los profesionales que la atenderán. Independientemente de ser un caso positivo de Covid-19, el parto debe darse con todas las medidas de bioseguridad recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como el uso permanente de mascarilla, lavado frecuente de las manos, observando el distanciamiento en el centro hospitalario, tanto con las personas que la atenderán, como con el resto de pacientes y acompañantes que puedan encontrarse en la misma área. 

“Sugerimos a las mujeres embarazadas que acudan al centro médico cuando se encuentren en una franca labor de parto.
Es decir, con contracciones regulares e intensas que permitan los cambios necesarios a nivel del cuello del útero para que se produzca el nacimiento. Acudir al hospital o maternidad con demasiada anticipación incrementa el riesgo de exposición al virus”, señaló John Arias.

La OMS señala que la mujer puede y debe estar acompañada por la persona de su elección, desde que ingresa hasta que abandona el establecimiento de salud. Los beneficios de estar acompañada durante el parto son mayores que el riesgo de una infección. Por eso debe respetarse este derecho en el proceso de parto. Igualmente -indica la OMS- que se debería procurar a que el mismo personal médico que recibe a la mujer al ingresar con el trabajo de parto, sea el que continúe con ella durante todo el proceso de alumbramiento, para minimizar la exposición del personal de la paciente y del resto de personas que puedan estar en el centro hospitalario. 

Es fundamental que el equipo médico tenga todos los insumos de protección personal como la mascarilla, gafas, visor, equipo anti fluidos y guantes durante todo el transcurso de la labor de parto. Una recomendación que debería cumplirse de forma generalizada con las mujeres que ingresan a dar a luz es la toma de muestras o test rápidos de Covid-19 que permiten extremar las medidas de bioseguridad, en el caso de detectarse resultados positivos en la madre. 

El día que Sara tanto había esperado llegó. Fue un 6 de julio, ella entró a sala de quirófano muy nerviosa, los médicos no permitieron que ningún familiar ingrese porque era una sala especial para pacientes con Covid-19.

Sara estaba asustada y en ese momento sintió cómo su cuerpo se adormecía por la epidural. Después de algunas horas la joven escuchó el llanto de su pequeño Adalid.

En estos largos meses de pandemia hubo mucho luto, pero también historias de valentía y esperanza como los nacimientos de bebés en patrullas policiales en pleno confinamiento o los alumbramientos domiciliarios guiados por parteras ante el colapso de los hospitales. Cada bebé llegó con dosis de fe. 

El Servicio de Registro Civil (Serecí) registró en octubre, un total de 70.043 nacimientos en Bolivia en tan sólo seis meses de pandemia. Todos ellos llegaron en medio de la mayor crisis sanitaria que hubo en el país. Estos alumbramientos se dieron en medio de circunstancias adversas. Cada uno de ellos son bebés de esperanza. Todos estos pequeños llegaron para recordarnos que aún en las peores crisis la vida prevalece y cada niño es un milagro.

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