La entrevista de trabajo de Juan Daniel Tapia se extendió a más de 20 minutos, y él no pudo aguantar las ganas de revisar las notificaciones de su celular. Esta actitud no fue del agrado de su posible empleador, quien, de inmediato, le dijo que no era la persona adecuada para cubrir el puesto de Arquitecto Junior en su empresa. Desde esa inolvidable entrevista, Juan Daniel, de 26 años, está convencido que sufre cierta adicción tecnológica, y no descarta que esta sea Nomofobia.
“Nada hubiera sido igual si yo no miraba mi celular”, se lamenta este joven profesional de test blanca, cabello negro y contextura robusta que ahora sabe que su adicción al smartphone es más complicada de lo que él pensaba porque, incluso, fue el motivo principal para la ruptura de su última relación sentimental.
“Tengo un tío y dos amigos que son psicólogos, y en varias ocasiones me dijeron que tengo todos los síntomas de la Nomofobia. Yo no sé si preocuparme, aunque creo que este comportamiento ya me ha perjudicado”, explica Juan Daniel.

Juan Daniel Tapia trabaja con su smartphone y su computadora portátil de manera paralela.
La Nomofobia es el miedo irracional a estar sin teléfono móvil. El término, que todavía no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE), deriva de la frase en inglés “no mobile phobia” (fobia a estar sin celular) y se refiere a la sensación de angustia, ansiedad o miedo irracional cuando una persona pierde el celular, lo olvida en casa o se le agota la batería.
Hay muchas contradicciones respecto al efecto de la Nomofobia. Mario Ramiro Sánchez, en su tesis de grado titulada “Nomofobia y su relación con la adicción a las redes sociales” categoriza a la Nomofobia como una patología que genera afecciones psicológicas importantes, como la angustia, desesperación, falta de atención, inseguridad, estrés y hasta la ira no controlada.
Por su parte, la psicóloga Fabiola Gutiérrez sostiene que se trata de un invento de la industria médica para vender fármacos, puesto que, a su criterio, el teléfono móvil es una herramienta que ayuda a organizar la vida de las personas, en el ámbito social, familiar y laboral. “Entonces deberíamos hablar también de llavefobia o calzoncillofobia”, ironiza.
Al margen de las diversas posturas, la Nomofobia, en la actualidad, no es considerada una enfermedad real, aunque ya ha es contemplada por el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM), la máxima autoridad sobre salud mental con sede en Estados Unidos.
Explicación médica
Juan Daniel Tapia quiso saber más detalles sobre su adicción al celular y a su miedo de estar sin él, pero tampoco estaba dispuesto a pagar por una consulta, por lo que solamente habló con su tío. El profesional, en su diagnóstico, explicó que el nomofóbico sufre un desajuste en los niveles de dopamina en el cerebro, algo que sucede también con los alcohólicos o los drogodependientes.
“La dopamina es un neurotransmisor que regula el centro de recompensas de la materia gris, es decir, motiva a las personas a hacer cosas que creen que podrían darles una satisfacción”, explica David Greenfield, catedrático de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos), en un reciente artículo publicado por Entrepreneur.com. El experto afirma también que cada vez que un nomofóbico recibe una notificación en su smartphone se elevan sus niveles de dopamina.
Síntomas del Nomofóbico
En su investigación, Mario Ramiro Sánchez concluye en que “nunca antes un aparato tecnológico se había convertido en un aspecto tan importante en la vida diaria de las personas” y enumera una serie de comportamientos de una persona que padece de Nomofobia:
-Incapacidad para controlar o interrumpir el uso (del celular): el nomofóbico ya no controla sus actos y su necesidad de estar conectado al celular. No puede entablar una conversación directa con sus semejantes por la misma incapacidad de controlar el deseo de uso.
-Perseverancia en la conducta negativa: la persona que padece Nomofobia reconoce que tiene una conducta indebida y anormal. Esto genera un clima de incomodidad psicológica ya que desea seguir chateando y Hay un malestar clínico significativo por el desequilibrio que esto provoca y, pese a ello, sigue la conducta e incrementa la adicción.
-Pérdida de la noción del tiempo: el nomofóbico no sabe controlar el tiempo que navega dentro de las funciones del celular. No es consciente del tiempo que emplea en el dispositivo y puede permanecer atento al celular por varias horas sin darse cuenta, dejando a un lado todo lo que está al alrededor.
-Pérdida de tiempo laboral/académico: para el individuo no es indispensable dedicarle tiempo al trabajo o al estudio como al teléfono móvil. Lo llega a usar en cualquier momento y ante cualquier situación, sin respetar reglamentos o lineamientos impuestos por autoridades.
-Uso sin control: las personas que utilizan por más de tres horas diarias seguidas son más propensas a padecer Nomofobia. El contacto directo por tiempo prolongado le otorga cada vez más funciones que satisfacen su adicción.
-Malestar somático: dentro de las molestias somáticas puede aparecer el dolor inexplicable de los pulgares (dedos que son los más utilizados para explorar el celular) y que generalmente se asocia a la recepción y envió excesivo de mensajes.
-Alteraciones en el sueño: Las personas que padecen Nomofobia crean grupos nocturnos de chat, alterando así el proceso de sueño, lo que provoca una interrupción en el clico del sueño, lo cual disminuye el rendimiento de la persona.
-Miedo irracional: el sujeto experimenta temor a quedarse sin el teléfono móvil cuando la carga del mismo se está consumiendo y no se tiene cerca el alimentador de energía. Este temor es irracional, puesto que la persona sabe que esta actitud no tiene razón de ser, sin embargo continúa con dicho miedo hasta encontrar una fuente de alimentación.
-Engaño y/o hurto: en los adolescentes es más común que aparezca esta conducta ante los padres, sobre todo para cargar saldo al dispositivo y así seguir conectados.
-Problemas en el ámbito familiar, social y escolar: este es el síntoma más notorio de un nomofóbico. Hay disminución en las relaciones interpersonales ya que por la necesidad de poseer el celular en las manos el proceso de comunicación cara a cara se ve entorpecido. El nomofóbico no es capaz de sostener una plática directa con sus semejantes sin utilizar el móvil como medio. Esto, en un proceso de comunicación eficaz, se toma como una comunicación deteriorada y falta de compromiso. En la familia puede llegar a provocar problemas serios. En el ambiente escolar el uso desmedido de los móviles afecta el proceso enseñanza-aprendizaje, ya que el alumno no pone la atención adecuada a la explicación del docente por estar pendiente del celular.
Aumentan el número de smartphones en Bolivia
Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en Bolivia existen más de 10,5 millones de dispositivos móviles, de los cuales, 2,77 millones son smartphones. Esta cifra se ha incrementado en un 133% en comparación a diciembre de 2013, cuando la cantidad de teléfonos inteligentes en el país era de 1.188.445.
A partir de estas cifras, se puede inferir que el 26% de la población boliviana -10.852.000 habitantes hasta junio del 2015- utiliza un smartphone. Ante la acelerada demanda de estos dispositivos, nació la Empresa Pública Quipus, misma que hasta el cierre de la gestión 2015 ensambló 40.000 smartphones.

En Bolivia, al igual que en el resto del mundo, los dispositivos de la marca Samsung encabezan la lista de preferencias.