REPORTAJE
Por: Areli Sánchez y Saraí Pacheco
El coronavirus se expandió en casi todo el mundo, esto llevó a la población en general a sentirse atemorizada no solo por la gravedad del virus, sino también, por las noticias que se difunden a través de los distintos medios de comunicación. Esta situación ha permitido conocer diversas historias de vida de quienes se contagiaron de Covid-19 y lo vencieron.
El 26 de junio de 2020, una hoja de papel con resultados de un laboratorio fue entregada en manos de Nayely Martínez. La palabra que no esperaba leer estaba escrita en mayúsculas: POSITIVO. En ese momento el temor, la ansiedad y el miedo invadieron su mente. Nayely Martínez (20) es una joven con sueños, metas y aspiraciones, y fue una víctima del virus que ha enfermado a cientos de millones de personas alrededor del mundo.
El haber evitado las visitas a sus vecinos en tiempos de cuarentena, quizá pudo ser una decisión importante, pero ya era tarde en el momento en que la tos, la fiebre y el dolor de cabeza comenzaron a manifestarse en su organismo. La joven también tuvo otros síntomas: escalofríos, dolor de cuerpo y dolor de garganta.
A medida que el tiempo transcurría, Nayely sentía que mejoraba, pero su cuerpo anunciaba lo contrario: fiebre, dolor en el pecho, desgano, cansancio extremo, esto hacía que ella no fuera la chica enérgica de siempre. Sin embargo, a su lado tenía un ángel que la protegía y le daba los cuidados necesarios: su mamá Adelaida (43); una mujer que no se dio por vencida y que cuidó de su hija en medio de la crisis que estaba empezando a vivir.
Un día Nayely se enteró que el hijo de la dueña de la casa donde ella y su familia alquilan había dado positivo a Covid-19. La joven recordó que tuvo contacto con esa persona y se recriminó por su acto de irresponsabilidad.
Nayely reflexionó acerca de la poca importancia que hasta ese momento le daba a su salud y a los síntomas que empezó a sentir antes de conocer que tenía el virus. “Me picaba la garganta, pero no le daba importancia. Un día me dio escalofríos, tampoco le di importancia. Luego dejé de sentir los olores, no sentía ni el olor del perfume ni de la comida ni de nada, pero no tenía mocos. Mi nariz estaba seca, luego dejé de sentir el gusto y ya luego me dio fiebre, dolor de cabeza, tenía los ojos rojos, tos y dolor de cuerpo”, recordó.
En ese mes junio, los hospitales enfrentaban una escasez médica y un colapso en las salas destinadas para personas que estaban con coronavirus, por ello, comenzaron a registrarse muertes en las calles del país. En La Paz, Cochabamba, Beni y Santa Cruz, los enfermos debían esperar que alguien fallezca para ser internados.
El secretario de Relaciones del Sindicato de Ramas Médicas de Salud (Sirmes) Cochabamba, Carlos Nava, lamentó que se estén registrando decesos en las puertas de los hospitales, domicilios y calles, pero aseguró que eso se debe a que el servicio de salud pública había colapsado. “Lamentablemente, eso sucede porque la gente no cumple las medidas de bioseguridad”, mencionó Nava.
La Sociedad Boliviana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva advirtió en esos días que Bolivia tenía un poco más de 100 camas para Covid-19, cuando se requería al menos siete veces más esa cantidad, y también se precisaba duplicar el número de médicos terapistas intensivos, que en ese momento era de 210.
Bolivia en esos días tenía cerca de 18.500 casos de personas contagiadas por coronavirus y más de 600 fallecidos a causa del virus, según el conteo global que llevaba adelante la universidad estadounidense Johns Hopkins.
Por esa razón, la mamá de Nayely se dio modos de proveerle tratamientos naturales, además llevaron a cabo actividades que podían compartir juntas, cosas que antes no realizaban. De esta manera su mamá pudo estar pendiente de su hija. La única preocupación de Nayely era no acercarse a su hermanita pequeña para que no le suceda lo mismo, aunque su hermanita insistía en jugar y abrazarla, ella como hermana mayor, decidió ser precavida y responsable.
Las semanas trascurrieron de forma muy lenta y al parecer ella empeoraba. Nayely padecía de asma, una enfermedad crónica que provoca que las vías respiratorias de los pulmones se hinchen y se estrechen. Por lo tanto, al momento de dirigirse a realizar la prueba para ver su estado: dio positivo, por esta razón tuvieron que hacerle una radiografía del tórax pulmonar, en la cual se evidenció que el virus estaba en sus pulmones, debido a eso su respiración era muy complicada. La familia de Nayely se movilizó para conseguir oxígeno y colocarlo en el lugar donde ella estaba aislada y así, buscar una mejoría en su salud.
Bolivia pasaba por la etapa más difícil de la pandemia, ya que el virus había llegado a su primer pico más alto y arrasó con la vida de muchos bolivianos. El organismo de Nayely atravesaba por una etapa de crisis, el asma era su primera complicación, pero ahora, ya no la única. Mientras su respiración se complicaba el virus se aprovechaba de la debilidad, la falta de oxígeno y las escasas defensas que tenía. Pero Nayely no se rindió y su familia tampoco. Comenzaron a investigar alguna solución posible, y en su camino apareció el Dióxido de Cloro.
En el proceso, uno de los debates más escuchados y controversiales fue el consumo del Dióxido de Cloro. Este producto se utiliza para la potabilización de agua, es decir, se usa como antimicrobiano también para la desinfección de superficies en la industria alimentaria y en industrias potabilizadoras; es un compuesto químico con la fórmula ClO₂ que existe como un gas verde amarillento por encima de 11 grados centígrados, un líquido marrón rojizo entre -59 grados centígrados y 11 grados centígrados, y como cristales de color naranja brillante cuando hace más frío.
Por un lado, biólogos, químicos y bioquímicos de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), en Cochabamba, alertaron que el Dióxido de Cloro no puede “curar” el Covid-19, porque no sólo mata al virus de Covid-19+SARS, (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), sino a toda célula viva porque el desinfectante destroza la pared celular, no es selectivo, mata a todas las células por igual, además, no tiene ninguna base científica.
Los expertos de la UMSS tienen la seguridad de que no hay una sola publicación que corrobore que se trata de un compuesto activo para éstas enfermedades ni para ninguna otra. El consumo a dosis altas y por largo tiempo afecta al desarrollo neuronal de niños, adolescentes y jóvenes, al sistema nervioso de las embarazadas y causa nacimientos de bebés con deficiencias óseas. Además, por la liberación del ion cloruro agudiza la situación en hipertensos. Está descartado que oxigene la sangre, tal como señalan algunos testimonios de personas que dijeron haberse sanado al consumirlo.
A pesar de la crítica generada por el planteamiento de utilizar Dióxido de Cloro contra el Covid-19, Karina Acevedo Whitehouse, médica e investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro, México, defiende esta idea. De acuerdo con Acevedo, sí se ha probado de manera no controlada en escenarios hospitalarios y clínicas, su efectividad tratando a pacientes con Covid-19.
Acevedo aseguró que sí existe evidencia publicada de que se puede utilizar de manera segura para contrarrestar infecciones, entre ellas, las virales. “Hay una publicación de 1981 de evaluaciones clínicas controladas del uso de distintas variantes del cloro, entre ellas el Dióxido de Cloro. Un estudio parecido se retomó en el 2007, evaluando la efectividad de este producto en el humano”, afirmó la investigadora.
Con respecto a cómo funciona, la experta dijo que el Dióxido de Cloro reacciona con proteínas, específicamente con tres aminoácidos: cisteína, tirosina y triptófano. El virus que causa el Covid-19 tiene 40 residuos de cisteína, 54 de tirosina y 14 de triptófano. Entonces lo que ocurre con estos residuos es que la Solución de Dióxido de Cloro (CDS) interactúa con ellos, los modifica y con eso el virus ya no puede entrar a la célula.
“Es importante señalar que no es una sustancia milagrosa, ni nueva. Ha sido utilizada por más de 100 años de forma científica, en estos 100 años no ha habido ni sola muerte accidental o no, ocasionada por el Dióxido de Cloro. Existen muchos detractores que lo confunden con el Clorito o el Hipoclorito de Sodio, que son completamente diferentes”, recalcó Acevedo. Una cosa es el Dióxido de Cloro (ClO2) y otra muy diferente es el Hipoclorito de Sodio (NaClO), es como comparar agua (H2O) con agua oxigenada (H2O2), aseguró Acevedo.
Frente a toda la situación caótica que se vivía en casa de Nayely, al no saber si consumir o no la mencionada sustancia “milagrosa” que en ese entonces estaba y actualmente sigue en tela de juicio, ella debía tomar una decisión crucial que conllevaría consecuencias a corto y largo plazo. En sus manos estaba la decisión y la tomó, aceptó entrar a ese tratamiento con la fe y la esperanza de ser sanada.
Pasaron alrededor de cuatro días para que sintiera que existía una mejoría en su cuerpo, su situación estaba tornándose positiva, con la leve dificultad de alguna crisis que el médico le dijo que sería así hasta que se recupere de manera total y dé negativo a las pruebas.
Dos semanas después de todo el proceso que pasó Nayely, su cuerpo ya podía estar más tranquilo sin necesidad de usar oxígeno, lo único que sentía era un dolor de espalda continuo y lo que el médico le sugirió fue una nueva tomografía del tórax para revisar el estado de sus pulmones. Nayely hasta ese momento no se sentía completamente sana, había un dolor en el pecho que le molestaba cuando respiraba profundamente, con los bostezos y con la tos. Además, sentía un dolor intermitente en sus huesos por el clima cambiante que hubo en el mes de agosto.
Para Nayely la situación que atravesaba en ese momento fue crucial, porque su salud estaba en riesgo, ella percibía cómo su cuerpo ya no era el mismo. Le comentó esto al médico y él respondió que es normal, porque a veces quedan secuelas dependiendo en cómo afectó el virus.
Nayely continuó con el tratamiento tomando Dióxido de Cloro como el médico se lo recomendó. Sus pulmones habían quedado delicados y debía tener un cuidado más meticuloso para que no exista recaída, al menos en unos dos meses debía quedarse en casa o no exponerse demasiado.
El médico al notar que la salud de Nayely mejoraba, le propuso realizarse la prueba de sangre ELISA (Ensayo por Inmunoabsorción Ligado a Enzimas) que consiste en una técnica de laboratorio que identifica pequeñas partículas antígenos y gérmenes que causan enfermedades. El análisis por ELISA lo pide el médico cuando se considera necesario. En el resultado se observó la IgM y la IgG. La Inmunoglobulina G (IgG) es el tipo de anticuerpo que más abunda en el cuerpo. Se encuentra en la sangre y en otros fluidos, y brinda protección contra las infecciones bacterianas y víricas. La IgG puede tardar un tiempo en formarse después de una infección o vacunación. La Inmunoglobulina M (IgM) se encuentra principalmente en la sangre y en el líquido linfático; este es el primer anticuerpo que fabrica el cuerpo para combatir una nueva infección. Nayely siguió el consejo del médico y el día sábado 15 de agosto le hicieron la prueba ELISA para saber cómo se encontraba. La Inmunoglobulina M (IgM) salió negativo y la Inmunoglobulina G (IgG) dio positivo, esto se debía a que el virus aún estaba en su cuerpo y estaba luchando para quedarse; sin embargo, ella ya no tenía los síntomas del Covid-19; el momento en que los dos resultados salieran negativos significaría que el virus estaría vencido, y ella no podría infectar a otras personas. Luego de dos meses saldría negativo como el médico le había mencionado, después de eso ella sería inmune. Su cuerpo habría generado anticuerpos más fuertes, pero hasta que llegue ese momento debería cuidarse para evitar una eventual recaída, porque su organismo estaba dañado por el virus y ahora está propensa a una reinfección que puede ser fatal.
Así como Nayely, más de 100.000 personas ya están recuperadas del coronavirus en Bolivia, esto equivale al 70% de las víctimas del virus según la última estadística realizada el 29 de septiembre de 2020, por el Ministerio de Salud.
El coronavirus continúa contagiando y terminando sueños. La vacuna todavía no llega y mientras tanto sólo queda resguardarse y cuidarse. Nayely vive para contarlo, su historia es de amor, valentía, esperanza y fe: aquellas cosas con las que también se combate al Covid-19.