REPORTAJE
Por: Saraí Pacheco y Areli Sánchez
Bolivia en 2019 sufrió uno de los peores incendios de su historia. Muchos fueron los valientes que estuvieron ayudando para controlar las llamas en diversos lugares del departamento de Santa Cruz.
Abel Castillo Linares, de 20 años, lleva más de nueve en el servicio de la fundación Unidad Urbana de Bomberos y Rescate (UUVR) que fue fundada el 25 de abril del 2007. Su misión es asistir situaciones de emergencias de carácter urbano como también en desastres naturales, tecnológicos y antrópicos.
Actualmente Abel tiene el cargo de subteniente. Es instructor de la materia de incendios forestales, rescate vehicular, acuático y atención pre hospitalaria.
El día más afanoso durante la cuarentena en 2020 fue en una comunidad de Guarayos, donde Abel junto a su equipo se trasladó por los incendios de la Chiquitanía. Ellos atendieron un incendio en el parque de Amboari, estuvieron trabajando desde las 8:00. Para realizar las tácticas de estrategia trabajaron en un lugar donde no había un camino para el tránsito de vehículos, por esa razón debieron caminar casi un kilómetro a pie para llegar al punto de incendio.
En el transcurso del operativo una voluntaria se indispuso, aproximadamente a las 11:30. Los bomberos continuaron su trabajo en la línea de fuego, Abel estaba a cargo de la misión junto con otro camarada, así que decidieron evacuar a la voluntaria. Se presumía una infección estomacal; la llevaron al hospital de Guarayos. Al momento de la espera, un hombre que había sufrido un accidente de tránsito entró en paro cardíaco y Abel empezó a realizarle reanimación cardiopulmonar (RCP) con la ayuda de los médicos.
El equipo de bomberos llegó al hospital para que atendieran a la voluntaria, pero en el lugar, el equipo tuvo que atender a otro paciente, quien lastimosamente falleció porque tenía un trauma de base de cráneo y una fractura en la pierna. Terminaron de ponerle suero a su camarada y regresaron al campamento para que la voluntaria permaneciera en reposo, mientras el resto del equipo regresó al parque Amboari, y siguió trabajando hasta las 9:00 del día siguiente. Fueron alrededor de 14 horas de trabajo incesante para apagar el fuego.
Los bomberos realizan una labor ardua y con mucha carga emocional, que no tiene ninguna remuneración personal, al contrario, ellos buscan el bien del país a costa de su propia vida.
“Casi 90% de los incendios forestales son provocados por la intervención de la mano del hombre, y no sólo por personas que queman su lote, sino por ganaderos que quieren que el pasto crezca más rápido y pueda comer su ganado”, señaló el Subteniente Castillo.
El monitoreo de las áreas quemadas en Bolivia mostró que en 11 años se quemaron 22.012.910 hectáreas en total, de las cuales el 20%, 4.287.512, orresponden a incendios forestales y la mayor parte de las superficies de quemas en pastos y sabanas.
En los últimos cinco años se registra el promedio de 100 muertes anuales de bomberos durante el desempeño de su trabajo. Cerca de la mitad de estas muertes fueron causadas por episodios cardiovasculares.
Las estadísticas que se presentan según el conocimiento del Subteniente Castillo, con respecto a la mortandad de bomberos que se presentan son: la falta de capacitación, equipo protección, acondicionamiento físico aceptable, sino es así, puede que el voluntario llegue a ser una carga más.
Muchas veces se cree que simplemente es entrar al monte rociar agua, sin embargo, hay ciertas pautas y recomendaciones de seguridad para un bombero forestal que se debe tomar en cuenta.
Uno de los parámetros internacionales para conocer la cantidad de bomberos necesarios para una población es la norma 1710 de la NFPA de Estados Unidos (Asociación Nacional de Protección contra el Fuego, por sus siglas en inglés), que indica que una ciudad debe tener un bombero por cada 1.000 habitantes.
La ciudad de Santa Cruz de la Sierra cuenta con 591 bomberos, un por cada 3.384 personas, muy por debajo de la norma internacional. Otros 2.509 están en municipios de provincias por falta logística y equipamiento, en un 85% activos y el restante, pasivos, es decir, que están capacitados pero su disponibilidad está sujeta a sus actividades laborales, viajes y otros.
“Los bomberos realizan una labor ardua que no tiene ninguna remuneración personal”
La mayoría tiene formación como bombero estructural y forestal, aunque hay algunos, miembros de los grupos voluntarios con otras especialidades como rescates en altura, en accidentes de tránsito, agua y otros.
Son 11 instituciones las identificadas como cuerpos de bomberos o capacitadoras de personal para esta labor que dependen de algún nivel de gobierno. Entre ellos, los Bomberos de la Policía y los del Centro de Operaciones de Emergencia Departamental (COED). A estos se suman por lo menos ocho fundaciones que cuentan con voluntarios que son: UUBR, Fundasol, Rescate Urbano, FunSar, SAR Bolivia Jenecherú, Fundación Bomberos Voluntarios Santa Cruz, CROS (El Torno) y UGR (El Torno).
Los sacrificios de los bomberos, pese a las limitaciones y dificultades, no los detienen. El espíritu altruista de los voluntarios no se sofoca, su fuerza está en la esperanza que alimenta su inquebrantable vocación de servicio. Ni los compromisos laborales, la angustia en el seno familiar o los problemas de salud, fueron impedimento para que los valientes bomberos decidan paralizar todas sus actividades cotidianas y así luchar la dura batalla contra el fuego que azotó sin tregua el territorio Chiquitano.
El trabajo que se realizaba pre pandemia, tendía a ser más ameno y amigable, ya que los bomberos podían ir a cualquier comunidad para compartir o podían comprar cosas sin preocupación del Covid-19, de esa manera realizaban sus operaciones con la seguridad de que no les sucedería nada por no llevar alcohol o barbijo a mano.
Ahora post pandemia, los protocolos cambiaron rotundamente, no pueden comer en los mercados, al llegar a las diferentes comunidades deben ser desinfectados, les queda prohibido el contacto con personas ajenas a ellos, solo deben tener un campamento único para todos los bomberos, donde internamente cada uno cuenta con cuartos separados, sin la libertad de socializar con los demás voluntarios.
Previo a la pandemia los bomberos no tenían muy presente la preocupación por salir a la calle y que un virus fuera el motivo para que las enfermedades pulmonares fueran más latentes dentro el círculo de bomberos y les pudiera causar daño o incluso la muerte. Aun así, sabiendo las consecuencias que conllevaba ingresar a los incendios, exponerse al humo y enfrentarse a una pandemia mundial, optaron por salir a luchar por un bienestar ambiental.
Las unidades de bomberos son operativas dependientes de las Direcciones Departamentales de Bomberos, cuyo funcionamiento, atribuciones y estructura están regulados por normativa interna de la Policía Boliviana.
El equipo de bomberos de Abel se reúne cada sábado de dos a seis de la tarde en la estación donde realizan un plan de capacitación en diferentes temas referentes a los incendios, allí también reciben a nuevos postulantes para que conozcan el funcionamiento del trabajo. Cada uno cuenta con su malla curricular de bombero, y son divididos por diferentes instructores dependiendo del nivel de cada voluntario. Uno de los requisitos para los que se forman en el área de incendios forestales es que mínimamente deben hacer dos horas de turno cada semana. Al terminar los seis meses de prueba ya hay un nuevo bombero preparado para salir a la línea de fuego. El nuevo bombero ya está habilitado para poder hacer 12 horas de turno, ellos eligen su día para que, con el paso del tiempo puedan ascender y ganar experiencia.
Abel Castillo apoya en la Tercera compañía de Bomberos Voluntarios, y él junto al resto de sus camaradas, pudieron pagar gran parte de un vehículo cisterna para los incendios de la Chiquitanía con la venta de k’jaras cada tres meses, la organización de una tienda virtual donde se vendía ropa, campañas y cursos de primeros auxilios básicos y avanzados, al igual que el manejo de extintores, entre otros servicios, para empresas que los solicitan. Todas estas actividades son de gran importancia, porque ayudan a las áreas más importantes que necesitan mantenimiento para su constante uso, pero debido a la pandemia se detuvo toda actividad y alrededor de cuatro vehículos no pudieron ser debidamente reparados para su uso. Y eso es algo con lo que tropiezan a menudo porque no dependen del Estado.
Debido a la pandemia las deudas y gastos se incrementaron exponencialmente por la falta de ingresos fijos, a su vez las personas no brindan un constante apoyo, por esa razón entre los mismos bomberos se apoyan para cubrir los implementos necesarios tales como: mantenimiento y repuestos de los vehículos, entre otros. En cuanto a las instalaciones, la estructura no es apta para el trabajo que ellos realizan, el cuartel no tiene las condiciones necesarias para las misiones a las que ellos se exponen.
Los recursos financieros destinados para el funcionamiento de la Dirección Nacional de Bomberos y las direcciones departamentales y unidades de bomberos, tendrían el siguiente financiamiento: Los recursos inscritos en el presupuesto de la Policía Boliviana, asignados a la Dirección Nacional, las direcciones departamentales y unidades de bomberos. Los recursos presupuestados por las entidades territoriales autónomas para bienes inmuebles, muebles, mantenimiento y equipamiento de las direcciones departamentales y unidades de bomberos, en el marco del Artículo 38 de la Ley Nº 264 del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana.
En el Artículo 21° (Organizaciones de Equipos Voluntarios de Primera Respuesta a Emergencias y/o desastres), las organizaciones de equipos voluntarios de primera respuesta a emergencias y/o desastres, son un conjunto de personas naturales que integran una determinada organización sin fines de lucro, legalmente reconocidos, cuya finalidad es cooperar e intervenir con servicios especializados en situaciones de emergencias y/o desastres.
De esta manera los voluntarios realizan sus actividades de forma independiente y así solventan aquellas cosas que necesitan ser cambiadas, arregladas o compradas. Ellos no reciben sueldo debido a que trabajan por una causa noble sin fines de lucro, cuya finalidad es cooperar de forma voluntaria y gratuita. El gobierno departamental de Santa Cruz provee herramientas forestales, ese es el único tipo de ayuda que reciben, debido a que el trato no es amigable, empático ni servicial.
España realizó una donación de cuatro vehículos para incendios forestales, pero no pudo ser ingresado a Santa Cruz por asuntos legales con la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), el argumento mencionado fue por la antigüedad de los vehículos, este acto de falta de apoyo y flexibilidad detiene el crecimiento de los bomberos voluntarios bolivianos y el interés de países que tienen la disposición de ayudar.
El responsable del SAR Bolivia, Bernardo Aranibar, dijo que los voluntarios están ubicados en varios municipios; sin embargo, por la cantidad reducida, las brigadas deben dividirse. En este sentido, Aranibar detalló que las necesidades que tienen actualmente se han incrementado. Asimismo, reconoció que los voluntarios se quedan más tiempo en el lugar y existe desánimo por parte de algunos de ellos, que ven la falta de soporte por parte de las autoridades. La realidad muestra que no todos los brigadistas tienen las condiciones para poder operar dentro de los incendios.
En redes sociales se han mostrado a bomberos que están apagando las llamas sin máscaras, portando matafuegos y palas con tierra; incluso hay reportes oficiales de personas que han sido evacuadas a centros hospitalarios con cuadros de intoxicación por el humo y con problemas respiratorios y oculares.
Los mismos bomberos realizan una pequeña logística para que la población pueda apoyar con suministros de alimentación. Reciben fideos, chorizo o atún enlatado, generalmente esa es la comida que los bomberos se llevan para estar tranquilos en el terreno y no pasar hambre.
A pesar de la situación, el espíritu comprometido de los bomberos voluntarios no termina, es la convicción inquebrantable de servicio lo que les da la fuerza. Ni los problemas económicos, la falta de apoyo o las posibles enfermedades a las que se enfrentan, los detienen en esta labor de cuidar y proteger la vida.
Los voluntarios son más vulnerables con sus pulmones y vías respiratorias. Su cuerpo se sensibiliza a los gases que se encuentran en los incendios que son de extremo peligro. Existen cuatro atmósferas peligrosas habituales asociadas con incendios u otras emergencias. Estas atmósferas son las siguientes: deficiencia de oxígeno, temperaturas elevadas, humo, gases tóxicos y deficiencia de oxígeno. La exposición al aire caliente puede perjudicar a las vías respiratorias, y si el aire es húmedo el daño puede ser mucho más grave. La inhalación de gases calientes puede provocar un edema pulmonar (acumulación de fluidos en los pulmones con la correspondiente hinchazón), lo que puede producir la muerte por asfixia.
Abel busca las mejores estabilidades para su compañía, por ello todo el equipo de protección está basado en la norma estadounidense (National Fire Protection Association) creada en 1896. Es una entidad internacional voluntaria creada para promover la protección y prevención contra el fuego. Es ampliamente conocida por sus estándares (National Fire Codes), a través de los cuales recomienda prácticas seguras desarrolladas por personal experto en el control de incendios.
La norma de seguridad NFPA #1971, atribuye al uso obligatorio del casco especialmente formulado con cubierta termoplástica, cubre nuca de Nomex visor de poli carbonato óptimamente correcto, los equipos de protección respiratoria que son de uso obligatorio en la atención de emergencias, para todo el cuerpo de bomberos o brigadas de emergencias, el aparato de respiración, el uso de camisa y pantalón forestal, botines caña alta con trenzas, guantes de cuero, pañoleta e incluso la ropa interior debe ser de algodón. Un mal uso de este equipo podría suponer un intento de rescate fallido, lesiones para el bombero o la muerte del mismo.
Existe un rango aproximado de edad en la cua los voluntarios pueden ingresar desde los 12 años hasta los 45, con un entorno académico, laboral y de familia. Los niños menores de 18 años reciben una preparación teórica con prácticas de prueba para ver si son aptos para el campo.
La situación de los bomberos en el área personal es un factor muy importante. La pandemia jugó un papel decisivo para sus vidas debido a que algunos voluntarios que contaban con un trabajo, decidieron salir a parar los incendios dejando de lado su fuente laboral siendo así despedidos, quedándose sin una fuente de ingresos y creando una carga de estrés económica y emocional. El corazón de los bomberos voluntarios está en resguardar la naturaleza, el mundo y las personas que lo habitan, poniendo vidas ajenas antes que sus vidas e intereses propios. Ese es el precio que debe pagar muchas veces un voluntario.
La responsabilidad es amplia y en algunas ocasiones perjudica a las relaciones intrafamiliares. Existen problemas en familias, parejas, matrimonios, con discusiones, peleas e incluso divorcios, porque los voluntarios deciden quedarse varias horas capacitándose y saliendo a los incendios, pero eso no es culpa netamente de la institución, ellos nunca los han obligado a ser parte activa del cuerpo de bomberos, cada voluntario decide si continua o deja su responsabilidad.
Esa es la situación que cada bombero vive día a día. Es necesario ser empáticos y colocarse en las botas de los bomberos voluntarios.
Abel, al terminar su jornada laboral, lleva consigo una carga emocional por las misiones a las que asiste, con empatía por las personas que tuvieron que vivir las consecuencias de perder sus casas, ganado e incluso a sus seres queridos.
Esto impacta su día como bombero, pero no todo es tristeza, existen misiones en las que todo sale bien y no ocurre nada malo, más al contrario, el voluntario salva vidas y se va con una sonrisa a su hogar.
Las decisiones que tomó Abel en el transcurso de la pandemia hizo que no solo ponga su vida en riesgo, sino también la de su familia. Esta es una parte de la realidad que viven los bomberos voluntarios forestales, estas situaciones muchas veces son ignoradas por la sociedad y pasan de largo como si no tuviera importancia: pero sin ellos el mundo no sería el mismo.





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